La Audiencia Provincial ha condenado a 23 años de cárcel a un hombre por violar varias veces a sus dos hijas menores de edad en su domicilio de Campos. El tribunal considera acreditado que las agresiones sexuales se sucedieron durante más de un año, en ocasiones a diario, y bajo amenazas. Las dos víctimas precisaron asistencia psicológica y deberán ser indemnizadas con 12.000 euros cada una. El fallo, que declara al padre autor de dos delitos continuados de agresión sexual, no es firme y puede ser recurrido.
La sentencia relata que las violaciones se produjeron entre abril de 2016 y junio de 2017, cuando las dos menores convivieron solo con su padre después de que su mujer se fuera a vivir a Bolivia. El hombre entraba de forma habitual en el dormitorio de una de las menores para abusar sexualmente de ella, con la amenaza de que si se oponía o contaba algo ella y su hermana serían separadas y enviadas a centros de acogida. También le decía que si se negaba, violaría a su hermana. Estas violaciones se produjeron «en multitud de ocasiones, por temporadas a diario», refleja el fallo judicial. El hombre también abordaba a esta menor cuando estaba en el baño para manosearle los pechos.
La otra víctima sufrió las violaciones en el mismo periodo de tiempo. La sentencia considera probado que el hombre entró en su dormitorio en muchas ocasiones y la agarraba por las muñecas o se colocaba sobre ella para forzarla a mantener relaciones sexuales, pese a que la víctima le empujaba y alzaba la voz para que parase. Tras una de estas agresiones sexuales, el hombre le dio la pastilla del día después para evitar que se quedara embarazada.
Las violaciones terminaron cuando las dos víctimas se fueron a vivir a Palma con sus tíos en junio de 2017. Los hechos fueron denunciados meses después y el hombre fue detenido en noviembre de 2018, aunque quedó en libertad. Las dos menores fueron declaradas entonces en situación de desamparo y el Institut Mallorquí d’Afers Sociales (IMAS) asumió su tutela y ambos ingresaron en un centro de protección.
Ambas siguieron un tratamiento psicoterapéutico. Según la sentencia, sufrieron malestar emocional intenso, incomodidad ante el sexo, sentimiento de culpa y dificultades para regular sus emociones a raíz de los abusos sexuales.
El acusado negó tajantemente todos las acusaciones durante el juicio. «Yo a mis hijas las adoro», aseguró el hombre, que atribuyó la denuncia a una conspiración familiar. El tribunal, sin embargo, da plena credibilidad a las declaraciones de las dos víctimas, que ratificaron en la vista oral las agresiones y abusos sexuales. La sentencia fija también una orden de alejamiento de las chicas durante 12 y 13 años respectivamente.
