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Nicola Decandia: «Esperaba que el policía que atropelló a mi hermano hubiera admitido su responsabilidad»

Nicola Decandia, hermano del hombre que falleció al ser arrollado por un coche patrulla en el Passeig Sagrera de Palma, se muestra crítico con la investigación inicial: «Debería haberla asumido la Guardia Civil desde un principio»

Los hermanos Mario y Nicola Decandia, en un viaje que hicieron a Nueva York. Nicola Decandia

«Todos somos conscientes de que fue un accidente, un homicidio involuntario. Precisamente por ello hubiéramos esperado que el policía que conducía hubiera admitido su responsabilidad, algo que no ha ocurrido hasta la fecha. ¿Es que la Policía está por encima de la ley? No lo creo». Quien habla es Nicola, hermano de Mario Decandia, el ciudadano italiano de 36 años que falleció el pasado día 2 tras ser atropellado por un coche patrulla de la Policía Local de Palma en el Passeig Sagrera. Durante estos días, «dolorosos y agotadores», Nicola ha seguido el caso muy de cerca desde Cerdeña, donde vive, y se muestra muy crítico con algunos aspectos. «Es inconcebible que la misma Policía Local iniciara las investigaciones, debería haberlas asumido la Guardia Civil de inmediato».

La familia de Mario Decandia pudo enterrarle finalmente en Cerdeña el pasado viernes, día 10, más de una semana después del accidente, «tras una lucha burocrática muy dolorosa», comenta Nicola. «Doy las gracias a la embajada, al consulado de Italia y al juez, que ya había ordenado la repatriación del cuerpo el día 3. La documentación para la repatriación estaba disponible el día 6. Hubiera esperado más cooperación de las autoridades locales para una repatriación rápida, pero no fue así».

87 kilómetros por hora

El agente de la Policía Local que atropelló a Mario Decandia y a otras dos personas , que sufrieron heridas graves, tras perder el control del vehículo en el Passeig Sagrera ha quedado investigado como autor de un presunto delito de homicidio imprudente y dos de lesiones tanto por la Guardia Civil como por la propia Policía Local de Palma, que han realizado dos investigaciones paralelas. La Policía Local inició el atestado tras el siniestro, aunque el juzgado ordenó posteriormente que fuera la Guardia Civil quien realizara las diligencias. La Unidad de Accidentes de la Policía Local finalizó su informe y lo entregó esta semana a la Benemérita.

Tras el análisis de la caja negra del vehículo accidentado se ha descubierto que circulaba a 87 kilómetros por hora en el Passeig Sagrera, una vía con una limitación de 20 por hora. Este exceso de velocidad, incluso respondiendo a un servicio urgente, motivaría la imputación.

En su declaración ante la Guardia Civil, el policía achacó el siniestro a que el pavimento, de piedra lisa, estaba mojado por exceso de riego en la zona ajardinada. Esto provocó, según dijo, que cuando intentó frenar el coche «se volvió ingobernable».

El hermano de la víctima es muy crítico con algunos aspectos de la investigación. «Después de diez días aún no está claro qué sucedió en los minutos y horas posteriores al accidente. Las primeras declaraciones hablan de una prueba de alcohol negativa. Pero después de un accidente de esta magnitud ¿es normal que los agentes involucrados no fueran llevados a un hospital para ser examinados? La prueba de alcohol por sí sola no es suficiente para verificar las condiciones de los agentes».

Nicola Decandia muestra su estupor porque las primeras diligencias fueran practicadas por la misma Policía Local. «Es inconcebible que los reconocimientos fueran realizados por sus propios compañeros. Me sorprende que las diligencias no fueran encomendadas a la guardia civil de inmediato».

El hermano del fallecido insiste en que el hecho de que la patrulla estuviera realizando un servicio urgente no justifica que se arriesgara a un accidente así, y aunque celebra que finalmente sea la Guardia Civil la que se ha hecho cargo de la investigación, «no quisiera que el asunto se convirtiera en una guerra entre las fuerzas del orden».

Nicola recuerda que su hermano Mario llevaba muchos años trabajando en Mallorca. «Estaba contento con su trabajo, amaba el restaurante y a todo el personal. Palma era su segunda casa y, como pude comprobar por los cariñosos testimonios de amigos y compañeros, no somos los únicos que hemos perdido un pedacito de corazón».

«Nuestra esperanza», continúa, « es que todo se aclare rápidamente, no queremos un largo proceso que solo sume dolor sobre dolor. Creo que cada uno quiere volver, cada uno con su propio dolor, a su propia vida».

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