Francisco Gómez Manzanares (Vitoria, 1974) antes de ocultarse bajo el nombre de David para recorrer media España estafando a sangre fría a una cifra desconocida de víctimas, sobre todo mujeres a las que primero seducía y después abandonaba en la ruina económica y emocional, se forjó como timador en su ciudad natal.

La investigación periodística que se recoge en el 'El Estafador' (Editorial Península) reconstruye una vida llena de mentiras, que le permitieron quedarse con unos tres millones de euros que no eran suyos, y revela todas las profesiones que inventó para embaucar: agente de la Ertzaintza, piloto de aviones, probador de Fórmula 1, sargento de Salvamento Marítimo o miembro del cuerpo técnico del Barça de Messi. Y la publicación de este libro ha hecho también aflorar nuevos testimonios que arrojan más luz sobre su último año en Vitoria, antes de que se convirtiera en el 'estafador de mujeres'. En 1999, Francisco todavía se hacía llamar Fran, y se coló en un grupo de radioaficionados. EL PERIÓDICO ha contactado con tres de ellos, que lo conocen como el ‘agente Audi’.

El agente Audi

Francisco conducía en la primavera de 1999 un Audi A4 que había usurpado a la trabajadora de un banco de San Sebastián. El coche tenía una emisora de radio. Era normal a finales de los noventa, una época anterior al boom de la telefonía móvil, cuando proliferaron los grupos de radioaficionados. Francisco activó la emisora del coche de su exnovia y, tras escuchar un rato, se presentó. "Preguntó si podía venir a uno de nuestros encuentros y le dijimos que sí", recuerdan, 23 años después.

Dijo que era agente de la Ertzaintza, que formaba parte de las unidades especiales que se alojan en la misteriosa base de Berozi. Por eso no iba vestido de uniforme. Contó también que acababa de instalarse en Vitoria y que no conocía a nadie. "Su simpatía y generosidad –siempre pagaba las consumiciones– nos dejó impresionados". Era un poco mayor que la mayoría de hombres del grupo. Tenía 25 años cuando la mayoría superaba por poco los veinte. Como no tenía 'alias', y por emisora todos tenían uno, lo bautizaron como 'Audi' porque conducía un A4.

'Audi' se convirtió en algo parecido a un líder para el grupo. Se ganó la confianza de cada miembro por separado, como haría años más adelante en el casino Urko de Eibar, un lugar que terminaría arrasando. "Siempre se mostraba dispuesto a ayudarnos", explican. El bar Boxing, que quedaba justo frente al domicilio de la calle de Beato Tomás de Zumárraga que Francisco compartía con su novia –a quien dejaría pronto en la estacada tras arruinarla–, pasó a ser el punto de encuentro habitual a propuesta del estafador.

El 'estafador de mujeres' con la camiseta del Barça en el Camp Nou.

La casualidad

Lo que Francisco no había previsto es que aquel bar Boxing también era el local que frecuentaba un mando de la Ertzaintza. Frente a él no podía presentarse como agente del cuerpo autonómico vasco. "Así que tuvo que emplearse a conciencia para que nadie de nuestro grupo interactuara con el jefe policial", explican. Pero él, en cambio, sí quiso acercarse al mando. Tanto que se ganó su amistad. E incluso logró que el ertzaina lo invitara a su casa. Las únicas fotografías que constan de Francisco vestido con el uniforme de la policía vasca son las que se hizo con la ropa oficial de este jefe, que creyó que no había nada de malo en consentir que se retratara con ella. Pero esas fotos iba usarlas para reforzar la farsa.

Francisco se convertiría en los años posteriores a esta última etapa en Vitoria en un depredador de mujeres que capturaría en chats, primero, y en aplicaciones de citas, después. No es descabellado que aquella primera etapa de radioaficionado fuera un aprendizaje que más adelante usaría para seducir en internet. "Francisco se instaló una antena potente en el techo de su domicilio para seguir charlando con la emisora también desde casa. Pero no la pagó y los propietarios del negocio que se la habían entregado acudieron a su casa, la desmontaron y se la llevaron", recuerdan sus viejos 'amigos'.  

Los timos

A uno de los radioaficionados Francisco trató de venderle su casa –en realidad, no era su domicilio sino el de su novia– pero este no picó. A otro le propuso montar un negocio a medias de telefonía móvil. Este sí picó. El trato era poner cada uno 1.100.000 pesetas. El radioaficionado cumplió con su parte y entregó el dinero a Francisco, que se lo gastó.

En una sentencia de la Audiencia de Vitoria de esa época se considera probado que aquel año Francisco estafó a su novia, al radioaficionado al que birló ese millón y a otras dos víctimas a las que sacó otro millón y 600.000 pesetas enredándolas, respectivamente, con una supuesta inversión en Estados Unidos y la compra ficticia de un ordenador de última generación.

En la actualidad cumple condena en la cárcel de Nanclares de la Oca y acumula penas de reclusión hasta 2030.

La huida

Uno de los radioaficionados olió que Francisco no era trigo limpio en verano de 1999. Y se puso a investigar. En la tienda de la que se había llevado la antena sin pagar consiguió su DNI, que constaba en una factura. Con esa información, fue a ver al mando de la Ertzaintza que frecuentaba el bar Boxing para trasladarle sus sospechas. El policía se extrañó pero metió el DNI de Francisco en las bases policiales y aparecieron allí los delitos por estafas anteriores a 1999. "Lo peor del asunto es que ese jefe estaba preparando una operación antidroga contra un bar basándose en información facilitada por Francisco, en quien confiaba ciegamente", asegura este radioaficionado.

El estafador fue detenido poco después. Pero salió en libertad a los pocos días y emprendió una huida que lo llevaría por Barcelona, Castelldefels, Ourense, Madrid, Sevilla, Eibar o Zaragoza. Actualmente cumple condena en la cárcel de Nanclares de la Oca y acumula penas de reclusión hasta 2030, pero podría comenzar a recibir permisos temporales en breve. Ha sido denunciado por 50 víctimas. Ha estafado a muchísimas más. Algunas mujeres siguen sufriendo graves secuelas psicológicas. Aunque tiene derecho a rehabilitarse, todas creen que volverá a estafar.

Los radioaficionados de Vitoria no volvieron a saber de él.