El anciano de 79 años llevó a su ca de bestiar Messi, de un año y diez meses de edad, hacia un paraje apartado de la Comuna de Biniamar, en Selva. Una vez allí, ató al perro con una cuerda a la parte inferior de una verja metálica y le puso un nudo corredizo a una cuerda de medio metro atada al cuello. A continuación, con el animal completamente indefenso, le disparó en la cabeza con un arma de su propiedad antes de dejarlo allí abandonado.

El Juzgado de lo Penal número uno de Palma condenó ayer al procesado a una pena de 16 meses de prisión por un delito de maltrato animal. No obstante, no tendrá que ingresar en prisión, al suspenderse la condena por no superar los dos años de prisión y carecer de antecedentes penales el encausado. La jueza dictó la sentencia ‘in voce’.

La resolución judicial también estableció la inhabilitación especial durante tres años y medio del procesado para el ejercicio de cualquier profesión, oficio que pudiera tener relación con los animales. Otro tanto para estar en posesión de una mascota.

El fiscal accedió a rebajar su petición inicial de 18 meses de prisión a 16 meses con la condición de que el acusado se sometiera a un curso formativo sobre protección animal. Durante la vista, el procesado reconoció los hechos y su participación directa en la muerte de su mascota.

Los hechos que se enjuiciaron ayer en Vía Alemania tuvieron lugar en marzo de 2018. El hombre, de 79 años, se adentró en un paraje apartado de la Comuna de Biniamar, en el término municipal de Selva, con su ca de bestiar Messi de tan solo un año y diez meses de edad.

«Ánimo de causar la muerte»

El fiscal, en su escrito de acusación, ya hacía constar que el encausado actuó en todo momento «con ánimo de causar la muerte al animal». El disparó que le efectuó a corta distancia al perro le causó un orificio de 15 milímetros en el cráneo que le provocó la muerte de inmediato.

El autor de la muerte de su mascota dejó abandonado al animal después de dispararle. De hecho, también dejó un reguero de pruebas que conducían al propietario como el ejecutor de su mascota.

Cuando los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil se hicieron cargo de la investigación, todas las pesquisas conducían a su dueño como el principal sospechoso de acabar con la vida del perro.

El can disponía de un microchip implantado que permitía su inmediata identificación. También determinar quién era su dueño. El disparo fue efectuado con un arma de fuego propiedad del ahora condenado, de la que poseía la correspondiente licencia. El agujero que le causó el proyectil en el craneo era perfectamente compatible. Con todos estos datos fue detenido y ayer condenado por maltrato animal.