Desapareció hace cuatro años. Nathaly Salazar, la joven española de origen ecuatoriano, estaba en Cuzco (Perú) aquel 2 de enero de 2018. Desde septiembre viajaba de mochilera.

La hipótesis oficial, la que impera, es que aquel día Nathaly tuvo un accidente en una tirolina que cruzaba el Valle Sagrado de los Incas. Fallaron los frenos, murió. Homicidio culposo (imprudente), dictó la sentencia. Detuvieron a dos personas: Luzgardo Pillco, de 21 años -el instructor- y Jainor Huillca, amigo de este y taxista que le recomendó y estuvo con ella en la actividad.

Tiraron el cuerpo

Ambos confesaron que tras el siniestro, se deshicieron "por miedo" de su cuerpo, la tiraron a un río. "Mienten", afirma Alexandra Ayala, madre de Nathaly. Se lo dijo el instinto, "nunca creí lo que dijeron", hoy se agarra a "pruebas contundentes" para desmontar la versión.

Habla de la geolocalización del móvil -la de su hija, la de los peruanos-, sus mensajes de whatsapp y sus llamadas. Habla, también, del mensaje anónimo de una testigo que luego, amenazada, desapareció. Y se agarra a los dos peritajes realizados donde, supuestamente, tuvo lugar el accidente: allí no hallaron huellas ni sangre de Nathaly. "Mi hija estaba viva. No la mataron".

Sus 'asesinos', confesos, callan. La joven no está. Su cuerpo no habla. Contradicciones, mentiras, amenazas, narcotráfico, miedo, silencio y trata de mujeres. Es con lo que convive la familia de Nathaly Salazar desde aquel fatídico 2 de enero. 

Contradicciones

Madre e hija hablaban a diario. Era la condición impuesta por la familia cuando Nathaly anuncio el viaje a Perú. Salió de Valencia el 22 de septiembre. Su muerte, presunta, ocurrió la mañana del 2 de enero.

La versión oficial: Nathaly fallece en un accidente

Según el sumario del caso, al que ha accedido CASO ABIERTO, la última pista fiable de Nathaly aquel día la dio una profesora de yoga peruana que estaba en la tirolina. Cuenta que empezó a granizar y todos se fueron. A partir de ahí, la policía solo cuenta con la información que han aportado los dos condenados.

Ellos aseguran que aquella mañana Nathaly conoció a Jainor, que trabaja como taxista, al salir de su hotel. Él la guió en un tour de tres horas por distintas ciudades y luego fueron a practicar canopy (tirolina a través de la selva) a la empresa donde trabajaba como instructor Luzgardo, amigo de Jainor. Aunque quien enseñó, sin capacitación, a Nathaly durante el recorrido fue el taxista.

Con la lluvia, el grupo decidió abandonar la actividad. Todos menos Jainor y Nathaly que continuaron hasta el final. Los frenos fallaron y, según su versión, al percatarse de que Nathaly estaba muerta, llamo al verdadero instructor, le quitaron el arnés y la bajaron. Metieron su cuerpo en el maletero del coche y lo trasladaron hasta el río Vilcanota, donde lo tiraron.

Últimas imágenes de Nathaly Salazar Ayala, la joven española desaparecida en Perú

"Ellos dicen que estaban en Ollantaytambo (pueblo del Valle Sagrado de Perú) desde las 12:30 horas que ocurrió el accidente", cuenta Alexandra, madre de Nathaly. "Que fueron en el coche hasta el parking del centro turístico y que se quedaron allí hasta las seis y media de la tarde, cuando tiraron el cuerpo de mi hija en el kilómetro 82, a la altura de la estación eléctrica". Alexandra revisa su móvil, guarda las capturas, ese día, cuando supuestamente murió, "mi hija está hablando con una amiga de España por Whatsapp desde la 8:00 de la mañana hasta las 18:59 horas de la tarde. En intervalos, pero hablan". No pide auxilio. No dice nada.

"Se registran llamadas a unos 40 kilómetros del lugar dónde Nathaly tuvo el accidente"

Su madre continúa: "Jainor -el taxista convertido en instructor de tirolina- dice que su teléfono se cae en el sitio donde tienen el supuesto accidente y que a los cuatro días se lo devuelven. Se registran llamadas, ninguna en Ollantaytambo, salen desde otro lado: Calca, a unos 40 kilómetros del lugar donde Nathaly tuvo el accidente. Las llamadas se dan desde las 14:30 horas hasta las 20:00 horas de la tarde, y el whatsapp de mi hija, a partir de las 15:00 horas, también sale desde Calca".

Poco después, la familia de Nathaly descubrió que "Calca, al lado de la selva Madre de Dios, es un sitio donde ni la policía peruana puede entrar. Está controlado por narcotraficantes". Fue cuando lo tuvo claro: "A mi hija la vendieron".

La joven de 28 años viajaba de mochilera cuando desapareció en 2018.

Tierra de narcos

Tras no tener noticias de Nathaly, un vuelo los dejó en Perú desde España. En total, la familia ha hecho cinco viajes buscando a la joven. Rastreos, batidas... Su cuerpo no está, Nathaly no aparece. Han encontrado otros, "cientos, hombres y mujeres: en semidescomposición, una chica quemada...", pero no el de su hija. Han recorrido picos y montañas: "la más alta, recuerdo, era de 5.200 metros". Se rodearon de comuneros de la zona, voluntarios de Cruz Roja, montañeros y rastreadores.

"El primo de uno de los chicos que nos ayudó a buscar a mi hija apareció descuartizado"

En noviembre de 2020, en plena búsqueda de Nathaly, "un señor, primo de uno de los chicos que nos ayudaba a buscar a mi hija puso a la venta su vehículo. Lo llaman, contactan, queda con ellos… y desaparece", cuenta Alexandra. "La policía no hacía caso. Les decía que ya iba a aparecer. No cogían la denuncia", recuerda, "a la semana lo encontraron descuartizado. Primero apareció el torso y a los tres días la cabeza y un brazo. Ahí es cuando me enteré de que Calca es la vía más rápida de ir a Madre de Dios, el sitio controlado por tratas de personas y del narco".

"No puedo hablar más, me matan"

Una voz, anónima a la fuerza, llegó por redes sociales hasta la familia. Confirmó sus miedos y dibujó otra línea en la investigación.

"Nos escribió una chica y nos dijo que había visto a Nathaly la noche del 2 de enero en una fiesta en Maras. Ese día se conmmemora una festividad en la zona. Aseguró que mi hija estaba allí". Cuando vio el mensaje, Alexandra le respondió, pero ya no logró más datos: "Me dijo 'no puedo hablar más porque me van a matar'".

La fiesta de Maras arrancaba muchas horas después de que Nathaly -según afirman- estuviera muerta. Nunca se pudo comprobar. "Nunca se me irá de la cabeza. Quizá la drogaron con ayahuasca, la vendieron. Mi hija no murió en esa tirolina".

Natahly pensaba regresar a España en mayo, pues una de sus mejores amigas daría a luz en esa fecha.

Uno de los asesinos: amistad en Facebook

Luzgardo y Jainor fueron detenidos diez días después de la desaparición de la joven. Once años de prisión dictó la sentencia, por homicidio culposo (imprudente), encubrimiento, omisión de denuncia y hurto. Tiempo después, por "desproporcionada", les redujeron la pena a siete años y seis meses. "Les dijeron que tenía que decir dónde estaba el cuerpo, el juez les dio un tiempo para que hablen". No hablaron. No hablan. No hablarán.

Luzgardo y Jainor fueron condenados a once años por el homicidio de Nathaly, poco después se redujo su condena: en 2025 serán libres.

"Se burlan y nos intimidan", lamenta Alexandra. "Fiscal, abogado, todos se conocen". Policía y familia desconfiaron desde el inicio de la versión del accidente. La peruana, también la española. Se incorporó la UDEV de Policía Nacional. Dos agentes españoles viajaron a Perú. "Hay intereses, favores, amarres... Tuvimos que adjuntar los informes de los agentes de nuevo, hicieron desaparecer los informes de los policias españoles".

Una foto de Luzgardo, un arma, un ojo lleno de sangre y el nombre del sicario de Pablo Escobar

El 4 de abril de 2020 "mi hija ve en su teléfono que Luzgardo le pide amistad por Facebook". Tiene la captura, la denuncia y las pruebas, por eso no duda en hablar. "Se cambió el nombre, utilizaba el del sicario de Medellín, segundo del que mandaba en el narcotráfico de Colombia, Pablo Escobar: J.J. Velázquez Vázquez. En la foto de perfil salía un ojo con sangre, un arma y él, el propio Luzgardo".

En ese momento, ya cumplía condena por el asesinato de Nathaly. "Esto fue un sábado, el lunes hicieron una intervención en la cárcel, sin avisar, y encontraron el móvil, la tarjeta Sim…". Había sido él. Era Luzgardo desde la cárcel.

"Hoy está en la prisión de alta seguridad de Perú, a 5.400 metros de altura, en Pucallpa. Entre la frontera de Chile, Bolivia y Perú". Todavía no ha rendido cuentas por lo del móvil.

Por diez mil euros, se acaba todo

La batalla judicial les da la espalda, la investigación se enquista. Encontrar a Nathaly se torna fundamental para aclarar si las lesiones que presenta el cuerpo se corresponden con el relato de los condenados. No hablan y, según teme la familia, no lo harán. "Reducida la pena, ya ni ganan ni pierden".

Quisieron hacerlo por dinero. Mandaron la cifra a través de Herbet Quispe, el abogado de ambos. O lo inventó él. Hablarían "si les da una retribución económica, diez mil dólares (...)", rescata Alexandra de la conversación que mantuvieron. Lo grabaron. Denunciaron por extorsión.

Se admitió a trámite, pero ahora se detiene. Para formalizar la denuncia piden una prueba psicológica a los padres de Nathaly. "No tenemos problema, pero que se usen los convenios internacionales para poder hacerla en España. Allí no podemos volver: por la pandemia, por la situación económica y porque nuestra vida corre peligro allá".

El Papa no contesta

Los días, años, pasan. Nathaly no está. Su familia remueve cielo y tierra. Creyentes, cristianos, han escrito hasta al Papa Francisco. "No contestó. No debe importarle ni Nathaly ni los cientos de muertos y desaparecidos en Perú".

Continúan. No descansan. No se detienen. No hasta saber qué pasó. "Mi presentimiento es que la drogaron, se la llevaron y está en Madre de Dios. Ahora, si te digo honestamente, que quizá mi hija estuvo viva... Tal vez ahora, con la pandemia, ya no". Intentan seguir su estela. Les ilumina su sonrisa, "Nathaly era buena, solidaria y feliz. Nunca, por muy mal que vinieran, nunca dejaba de sonreír".

Nathaly Salazar era técnico en multiaventura en España.