"Los investigadores tenían la necesidad de dar con algo. La presión social era muy fuerte, y no tenían nada. El hecho de que fuera homosexual se utilizó para atacarla". Son algunos de los testimonios que recoge el documental que la plataforma de streaming Netflix estrenaba el pasado miércoles bajo el título "El caso Wanninkhof-Carabantes". Su directora y escritora Tània Balló analiza el circo mediático y la lesbofobia que se conjugaron para montar un caso con una única sospechosa, declarada culpable por la sociedad en el momento en el que fue detenida, y condenada en sede judicial sin ninguna prueba de su autoría.

El crimen

La historia arranca el día que desaparece Rocío Wanninkhof, una joven de 19 años, que el 9 de octubre de 1999 visitó a su novio, Antonio José Jurado, en su domicilio en la Cala de Mijas, y hacia las 21:30 salió sola para volver a su casa con intención de ducharse, y acudir a la feria de Fuengirola. Fueron 25 días de intensa búsqueda, en la población malagueña y zonas cercanas, con el pueblo de Mijas implicado, que captó la atención mediática del país, con toda la sociedad española muy pendiente de todo lo que rodeaba a la desaparición de la joven. El 2 de noviembre de 1999 aparecía su cadáver. Y había que encontrar al responsable de ese crimen atroz, fuese como fuese.

Convencidos de que el autor o autora de los hechos pertenecía al entorno de la víctima, y según relata el documental, se estrechó la lista de sospechosos a tres personas, una mujer y dos hombres. La Guardia Civil se centró finalmente en ella, en Dolores Vázquez Mosqueranacida en Betanzos (A Coruña), profesional de la hostelería, vecina de la Cala de Mijas y expareja de Alicia Hornos, la madre de Rocío. Había sido sometida a vigilancia, se intervino su línea telefónica e incluso se introdujo en su círculo social a una agente femenina, quien posteriormente declararía que Dolores "era fría, calculadora y agresiva".

Momento en que Dolores Vázquez fue detenida como presunta autora del asesinato de Mijas. RAFAEL DÍAZ

La propia Alicia Hornos, pareja de la acusada desde 1982 cuya relación se había terminado hacía cuatro años, supuestamente por la oposición de la víctima, estaba convencida de la culpabilidad de Dolores Vázquez y fue una de las principales instigadoras de la acusación. Los ingredientes del crimen pasional estaban servidos: la "lesbiana perversa y despechada" que odiaba a la hija de su ex novia y por eso la mató. Incluso se utilizó su homosexualidad para señalar que era un colectivo "reprimido" y por eso utilizaban una violencia "desmedida".

Su forma de ser, su condena

El juicio social y mediático ya lo había perdido. Era apertura de escaleta en todos los programas de televisión donde periodistas y colaboradores la condenaron, basándose sobre todo en su frialdad y actitud. Así lo explica la realizadora del documental en una entrevista a Europa Press: "A Dolores Vázquez le recomendaron varias veces que cambiara su aspecto, que fuera más amable. Le dijeron que en el juicio intentara sonreír". En los rotativos y en espacios televisivos se describía a la gallega como una mujer autoritaria, corpulenta, que practicaba kárate y que se mostraba fría frente a las cámaras. "La imagen de Dolores Vázquez fue fundamental para su condena pero, ¿de qué imagen estamos hablando, de la que era realmente o de la que de la que se construyó?", se pregunta Tània Balló. "No salía sonriendo, pero la que le estaba cayendo no era para estar contenta. No olvidemos una cosa, ella acababa de perder a una persona a la que quería mucho. Rocío Wanninkhof era una niña a la que había visto crecer", destaca la realizadora, que defiende que la exculpada no era "agresiva ni dominante".

"La imagen de Dolores Vázquez fue fundamental para su condena pero, ¿de qué imagen estamos hablando, de la que era realmente o de la que de la que se construyó? No salía sonriendo, pero la que le estaba cayendo no era para estar contenta"

Tània Balló - Directora y escritora del documental "Caso Wanninkhof-Carabantes"

El veredicto de culpabilidad del jurado popular que examinó las pruebas del asesinato de la joven Rocío Wanninkhof determinó, en septiembre de 2001, la condena a 15 años de prisión de la entonces presunta asesina, Dolores Vázquez Mosquera.

La gallega es conducida esposada de nuevo a prisión, tras escuchar el veredicto de culpabilidad en el juicio por el asesinato de Rocío Wanninkhof.

Cumplió 17 meses y después sería excarcelada, porque la inconsistencia de las pruebas llevó al Tribunal Superior de Andalucía, primero, y al Tribunal Supremo, después, a revisar la condena y decretar un nuevo juicio, que iba a celebrarse con un jurado distinto.

La construcción de la lesbiana perversa

La política y activista española a favor de los derechos LGBT, Beatriz Gimeno, que participa en el documental, puso nombre al fenómeno social que acabó con Vázquez en prisión: "La construcción de la lesbiana perversa". En este libro, publicado en 2008 y cuya idea sigue Balló en el documental, se habla de cómo la lesbofobia y la masculinización de la acusada tuvieron mucho peso en su destino. Gimeno describe a la gallega como un blanco fácil para el linchamiento público, y en el libro realiza un exhaustivo análisis de las noticias relacionadas con el caso Wanninkhof que ilustra cómo se articuló la lesbofobia que prácticamente condenó a Vázquez.

El crimen de Sonia Carabantes

En agosto de 2003 desapareció en la localidad malagueña de Coín, muy cerca de Mijas, la joven de 17 años Sonia Carabantes y un mes más tarde, la Guardia Civil descubrió que el ADN del presunto asesino de Sonia coincidía con los restos biológicos hallados en una colilla recogida en el lugar donde había aparecido el cadáver de Rocío Wanninkhof cuatro años antes.

Era el de Tony Alexander King, un británico residente en la zona, que había sido denunciado por su ex mujer -quien también interviene en el documental de Netflix- como sospechoso de los crímenes.

El acusado reconocería ante el juez, además de los crímenes de las jóvenes de Coín y Mijas, haber cometido al menos tres agresiones sexuales en Málaga.

Dolores Vázquez en la rueda de prensa, tras su salida de la cárcel en 2003, en la que aseguró desconocer al acusado británico y volvió a insistir en su inocencia. EFE

El segundo juicio de Dolores Vázquez había sido señalado para el otoño de 2003, pero fue suspendido en vista de la nueva información. A mediados de agosto de 2003, la juez de instrucción número 6 de Fuengirola, María Jesús del Río, decidió el sobreseimiento provisional del sumario. Finalmente, tras 17 meses de cárcel, Dolores Vázquez fue puesta en libertad.

Dolores Vázquez cuando asistió a la vista en la Audiencia Provincial de Málaga en la que se sobreseyó la causa contra ella. Paco Rodríguez / EFE

King fue detenido y condenado a 53 años de prisión. Mientras, Dolores Vázquez quedó en libertad pero siguió "sufriendo las miradas y los codazos al verla pasar". Así lo declaraba en el "Observatorio de la presunción de inocencia y los juicios paralelos", organizado en abril de 2013 por la Fundación Fernando Pombo, diez años después de ser excarcelada: "Todavía estoy pidiendo que alguien me diga un perdón; algo", decía con voz tímida y cargada de tristeza en esa charla que apenas duró cinco minutos.

Dolores Vázquez: "Todavía estoy pidiendo que alguien me diga un perdón; algo"

Dolores Vázquez: "Todavía estoy pidiendo que alguien me diga un perdón; algo" Video: Agencia Atlas | Foto: EFE

Tras el calvario sufrido, la gallega optó por marcharse a Reino Unido, donde vivía una de sus hermanas. En 2007 acudió a su Betanzos natal para el entierro y funeral por la muerte de su madre, y hace un año regresó allí para instalarse definitivamente en un piso que compró cerca de donde vive otra de sus hermanas, en el municipio coruñés.

El documental concluye con el tiempo presente de Dolores Vázquez, en el clásico fundido a negro, donde cuenta que aún hoy no ha recibido indemnización, ni siquiera en forma de perdón: "El linchamiento mediático, judicial y social que sufrió Dolores Vázquez no ha sido reparado de forma alguna".