Una jueza de Palma ha dictado una sentencia absolutoria a favor de un empresario, que fue juzgado por los delitos de acoso y agresión sexual. La acusación partió de una denuncia una exempleada de su negocio, que afirmó que su jefe la atacó en el almacén, la intentó besar y le tocó los pechos. La magistrada no se ha creído la versión de la denunciante y no descarta que hubiera actuado por venganza después de que se le comunicara la fecha en la que tenía que dejar el empleo. El empresario ha tenido que esperar cuatro años a que se resolviera el asunto.

La mujer que denunció los hechos fue contratada para sustituir a otra empleada. Se trataba de un trabajo temporal y no se le renovó el contrato cuando la persona a la que sustituía se reincorporó a su puesto.

Esta mujer denunció a la Policía que su jefe se había obsesionado con ella y que un día la atacó en el almacén del negocio en el que estaba trabajando.

Sin embargo, esta versión de los hechos no coincide con la declaración del resto de trabajadores, que salieron en defensa de su jefe y señalaron que ninguno de ellos había visto nada de lo que la empleada estaba denunciando.

Estos testigos pusieron en duda esta versión, entre otras cosas, porque el almacén que señalaba la denunciante era un lugar que siempre estaba abierto, ya que la puerta estaba estropeada, y además entraban con frecuencia todos los trabajadores, para recoger productos que se vendían en el negocio.

Un dato que ha valorado la juez para restar declaración a la denunciante es la discusión que tuvo con la mujer del empresario. Una discusión a partir de la cual la trabajadora se marchó del negocio y solicitó la baja médica.

También analiza la sentencia el escenario donde sitúa la agresión, un almacén que está siempre abierto porque hay un cable que impide cerrar la puerta, y que refresca el resto del local, donde se alcanzaban altas temperaturas.

Otro dato que incide la juez es que los trabajadores han señalado que el empresario pocas veces se mueve de la caja registradora, desde donde controla el negocio. Además, en aquellas fechas había sufrido una lesión en un pie y le costaba mucho moverse

La jueza considera que no existen pruebas suficientes para desvirtuar la presunción de inocencia, y no descarta «móviles espurios, de resentimiento o de venganza», en la denuncia.

El empresario ha tenido que esperar cuatro años para demostrar que era inocente, ya que es el tiempo transcurrido entre la denuncia, en 2017, y la celebración del juicio y la posterior sentencia absolutoria.