Buscaba en internet listados de teléfonos fijos de Palma, en busca de nombres de mujer ya en desuso. Su objetivo era encontrar ancianas que vivieran solas para engatusarlas con supuestas revisiones de la instalación de gas obligatorias y urgentes. Las llamaba, se aseguraba de su indefensión y conseguía así colarse en sus casas con un carné falso para llevar a cabo la inspección. Además de cobrarles la visita, aprovechaba cualquier descuido para desvalijarlas. En menos de un mes robó unos 33.000 euros en dinero y joyas a seis mujeres de entre 83 y 93 años. Ayer, ante la jueza que lo condenó, reconoció los hechos a regañadientes y se conformó con una condena de dos años y medio de cárcel por delitos de hurto y estafa. Tendrá que indemnizar a las víctimas con casi 7.500 euros por el dinero y las joyas que la Policía no consiguió recuperar cuando lo detuvo.

La investigación policial reveló que el acusado, de 40 años, conocía el terreno que pisaba porque en 2017 había trabajado en la isla en una empresa de instalación de gas. Pasó una temporada en el norte de España, donde varios juzgados de Gijón, Santander y La Coruña lo pusieron en busca y captura por sus andanzas delictivas.

De vuelta a Mallorca actuó en Palma entre el 19 de octubre y el 16 de noviembre de 2020. Fueron cuatro semanas de frenética actividad para escoger a sus víctimas. El método no era muy refinado. Buscaba en páginas web de información telefónica nombres antiguos de mujeres, a las que llamaba para cerciorarse de que se ajustaba al perfil buscado: ancianas solitarias.

Confirmado el objetivo, se presentaba como revisor del gas y anunciaba que debía llevar a cabo una revisión exhaustiva en el domicilio de las mujeres. Era obligatoria por ley, les decía. Tras concertar la cita, utilizaba una acreditación falsa para identificarse. El delincuente realizaba una inspección en la instalación, por la que cobraba unos 100 euros. Todo parecía normal. Tanto, que algunas de las víctimas incluso le sirvieron café con galletas cuando terminó.

El delincuente buscaba en guías telefónicas nombres de mujer en desuso para localizar a sus víctimas

El falso revisor aprovechaba la confianza que había conseguido de las ancianas para cometer los robos. Con algún pretexto, como ir al baño, conseguía meterse en los dormitorios de las mujeres para vaciar los cajones en los que guardaban el dinero y las joyas. Sin levantar sospechas, se marchaba de las viviendas despidiéndose amablemente.

Las víctimas tardaron en descubrir lo ocurrido y denunciar los robos. El ladrón había conseguido unos 33.000 euros. La sucesión de casos puso en alerta a la Policía, que el 23 de noviembre consiguió detener al acusado. En su domicilio encontraron numerosas joyas y parte del dinero robado a las ancianas. En el coche tenía la acreditación falsa, varias herramientas, documentos de distintas empresas y facturas en blanco. Los investigadores comprobaron que ese mismo día había realizado 76 llamadas de teléfono en busca de nuevas víctimas.

El acusado, en prisión preventiva desde entonces, compareció ayer en un juzgado de lo penal de Palma. Su abogado cerró un acuerdo de conformidad con su visto bueno, pero a punto estuvo de echarse atrás en pleno juicio. Su indecisión llevó a la jueza a suspender unos momentos la vista para que volviera a hablar con su letrado.

Finalmente, el acusado se declaró autor de delitos de hurto y estafa, por los que fue condenado a dos años, seis meses y un día de cárcel. Quedó libre hasta que se ejecute la pena pero tiene prohibido salir de España.