La discapacidad del hombre torturado en Manacor limitó sus posibilidades de rechazar los castigos que estaba sufriendo, según las conclusiones del médico forense que lo examinó antes de su declaración judicial. El especialista apunta, sin embargo, que su estado mental no le impidió organizar el juego y establecer los castigos, así como dar su consentimiento a padecerlos.

La víctima, de 34 años, reside actualmente en un hostal que está costeando un conocido suyo. La consellera de Asuntos Sociales, Fina Santiago, contactó ayer con esta persona para explicar que su departamento está analizando el caso para prestarle ayuda.

El perjudicado, que sufre un trastorno de inteligencia límite que acarrea una discapacidad del 38 por ciento, no está incapacitado judicialmente. Sus familiares han rechazado hacerse cargo de él tras ser informados por la Policía de lo ocurrido.

El hombre ha residido siempre con su abuela y su tío materno y entre 2012 y 2018 estuvo interno en unas viviendas tuteladas en Valencia por decisión de su padre, con quien no tiene contacto en la actualidad. Cuando regresó a la isla volvió a instalarse con su abuela y su tío en Palma. Acudió a una entidad privada para personas con discapacidad que se encargó de «orientarlo laboralmente», pero que abandonó hace uno año porque, dice, no consiguió nada con ellos.