La pasada semana recogíamos en esta misma sección la queja presentada por un ciudadano ante la Jefatura de Policía por el peligro que a su juicio suponían algunas actuaciones policiales en el parque situado al lado del colegio del Molinar, en Palma. Manifestaba este vecino que los motoristas de la Policía, a la hora de identificar a los jóvenes que se reúnen al fondo del parque, en la zona de petanca, pasan al lado del área de juegos infantiles, lo que supone un riesgo de atropello para los niños. Pues bien, la queja ha dado origen a una investigación interna y una respuesta a este ciudadano por parte del jefe de la Brigada de Seguridad Ciudadana. Explican desde la Jefatura que en la parte trasera del parque se ha detectado desde hace años la venta y el consumo de drogas, lo que ha provocado numerosas quejas de las asociaciones vecinales. De hecho, en la actuación que motivó la queja, el pasado día 9 a las seis y media de la tarde, los agentes arrestaron a un hombre por tráfico de drogas y levantaron actas a otros dos por consumo. El jefe de Seguridad Ciudadana añade en su respuesta que son conscientes de la presencia de menores en el parque, y que su seguridad es una prioridad para ellos. Por eso los motoristas circulan a una velocidad muy baja y extremando las precauciones. Hasta ahí, la respuesta oficial. Algunos agentes, en petit comité, se muestran indignados ante la queja. «No vamos a poner en peligro a un niño por pillar a alguien consumiendo». Pero lo tienen muy claro. «Vamos a seguir yendo al parque del Molinar».

De hecho, el pasado martes volvieron al lugar y abrieron actas de sanción a siete personas, reunidas pese a no ser convivientes, y a una de ellas otra por no llevar mascarilla. 

Un hombre buscado por abusos, localizado por hacer ruido en casa

La Policía Nacional llevaba varios meses investigando los abusos sexuales sufridos en Palma por una menor tutelada a manos de tres hombres. Dos de los sospechosos fueron localizados y detenidos en Mallorca, pero el tercero estaba en paradero desconocido. Unos ruidos permitieron finalmente dar con él en Cataluña. A principios de febrero, la Policía Local de Torredembarra (Tarragona) fue alertada de los fuertes ruidos procedentes de una vivienda. Los vecinos alertaron al 112 creyendo que alguien estaba cometiendo un robo. Las patrullas que acudieron al lugar comprobaron que no había ningún ladrón, sino una pareja tratando de reparar el suelo de su casa, que se había levantado. Los policías, por si acaso, los identificaron y comprobaron sus datos. De esta manera descubrieron que sobre el hombre pesaba una orden de busca y captura por el caso de abusos sexuales a la menor mallorquina. El sospechoso quedó entonces detenido y fue entregado primero a los Mossos d’Esquadra y luego a la Policía Nacional.

A vueltas con los besos en un juicio por violar a una menor

Durante un juicio por una agresión sexual a una menor en Palma, el abogado del sospechoso preguntó a la chica qué tipo de relación había mantenido con el hombre. «No sé cómo definirlo, nos dábamos besos», declaró ella. El letrado abundó: «Entonces erais novios, si os dabais besos». La magistrada que presidía la vista zanjó la cuestión: «Muchos menores se dan besos sin ser novios. Y muchos adultos, también», sentenció de manera tajante para poner fin al debate.

Los niños que se colaban en una vista en la Audiencia de Palma

La joven que había denunciado esta agresión sexual compareció en el juicio, celebrado en la Audiencia, a través de videoconferencia. Cuando se conectó, tenía en brazos a un bebé. La jueza le preguntó si alguien podía hacerse cargo del niño mientras ella declaraba. Una hermana suya lo cogió y se lo llevó a otra estancia. Sin embargo, unos minutos después irrumpieron allí unos niños y cortaron el interrogatorio. «Perdón, son mis sobrinos, que han entrado a coger un peluche». La magistrado le llamó la atención y le recordó que estaba declarando por un caso muy grave en el que un hombre se enfrenta a muchos años de prisión.

La acusada que se dormía mientras la condenaban

Durante un juicio celebrado en Vía Alemania contra una decena de personas, una de las acusadas tuvo serios problemas para mantenerse despierta. La joven cerraba las ojos y ladeaba la cabeza mientras los abogados defensores, la fiscalía y la magistrada ultimaban el acuerdo de conformidad. Cuando llegó su turno para ratificar el pacto casi tuvieron que despertarla.