Caso Abierto - Diario de Mallorca

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Antonio José García

El excursionista que pasó la noche en es Galatzó: «Los guardias fueron muy amables, pero yo no necesitaba ayuda»

«Cuando se hizo de noche y tropecé, decidí hacer un refugio y esperar a que amaneciera. No queda otra si no quieres despeñarte»

Antonio José García, durante un viaje reciente a República Dominicana. DM

«Cuando vi el helicóptero de la Guardia Civil dando vueltas encima mío, pensé: esto es mi familia, que la ha liado. ¡Pero si yo estaba perfectamente!». Antonio José García, vecino de es Pla de na Tesa de 71 años, todavía no había digerido ayer todo el revuelo montado a raíz de que no volviera a casa el martes, cuando le cayó la noche en el Puig des Galatzó y decidió hacer un vivac y esperar a que amaneciera. Equipos de rescate de Bombers de Mallorca y Guardia Civil estuvieron buscándole durante la madrugada, mientras él dormía en un refugio improvisado. «Los guardias civiles fueron muy amables y se ofrecieron a llevarme en el helicóptero hasta el coche, pero les dije que no, que prefería ir a pie».

Antonio José García es un jubilado de 71 años residente en es Pla de na Tesa, en Marratxí. Se confiesa un gran aficionado a la montaña y a los viajes. «Soy bastante aventurero, mi mujer me dice que no puedo vivir sin líos, y que si no los tengo, me los invento».

El martes salió en solitario a subir al Puig des Galatzó, en la Serra de Tramuntana. «Salí un poco tarde», comenta, «y a la bajada no puse el GPS. Quise acortar y me pasé de largo el camino. Veía que se me hacía de noche y me dije: mal vamos».

Antonio insiste en que en ningún momento llegó a estar preocupado, y que trataba de mantener informada a su familia de lo que iba pasando. «Iba enviando mensajes a casa. Primero les dije que iba a llegar un poco tarde porque se estaba haciendo oscuro. Pero luego, cuando cayó la noche y tropecé, decidí que era mejor quedarse en el sitio y esperar a que amaneciera. Entonces les envié otro mensaje que decía que no iba a llegar a casa porque no veía nada. Confiaba en que hubiera llegado porque luego me quedé sin cobertura».

El excursionista comenta que buscó un sitio abrigado para pasar la noche. «Creo que le robé la cama a una cabra. Puse un lecho tupido con matas, unos palos y lo cubrí, y usé la mochila para taparme la parte superior del cuerpo».

Y se puso a esperar a que se hiciera de día. «Dormí un poco. No estaba muy cómodo, pero no queda otra si no quieres acabar despeñado». En cuanto salió el sol se puso en marcha, recuperó la conexión con el GPS de su móvil y comprobó que estaba a apenas quinientos metros del camino. Sobre las nueve y diez de la mañana, cuando se dirigía hacia el lugar en el que había dejado el coche, fue localizado por el helicóptero de la Guardia Civil.

Lo que Antonio José García ignoraba en ese momento es que los equipos de rescate de montaña de la Guardia Civil y los Bombers de Mallorca habían estado buscándole durante la madrugada. Sobre las diez y media de la ncohe, su hija había avisado al 112 alertando de que no había regresado a su casa. Se puso en marcha un dispositivo conjunto de búsqueda en la zona, en condiciones muy complicadas por la falta de luz, que se mantuvo hasta las cuatro de la madrugada. La búsqueda se reinició en cuanto amaneció, ya con la ayuda del helicóptero de la Guardia Civil.

«No, gracias»

Los tripulantes de la aeronave le localizaron cuando se dirigía hacia su coche. Dos de los miembros del Grupo de Rescate en Montaña (GREIM) descendieron del aparato y fueron a su encuentro. Comprobaron que se encontraba en buen estado y orientado.

«Los guardias fueron muy amables. Me indicaron que si quería me podían llevar en el helicóptero al sitio donde había dejado el coche, pero yo les respondí que no hacía falta. Yo he venido a subir al monte y a bajar del monte, les dije. ¿Para qué voy a subir al helicóptero?». Los guardias se aseguraron de que estaba bien y no necesitaba nada, y le dejaron proseguir la marcha.

«Pero ahí no acabó todo», prosigue el hombre. «Cuando llegó al sitio en el que había dejado el coche me encuentro a un equipo de televisión que me estaba esperando. ¿Pero esto qué es?, pensé. Es lo más surrealista que me ha pasado nunca».

El excursionista se mostraba ayer un poco sobrepasado por todo el revuelo que se había montado con su desaparición. «Yo confiaba en que en casa hubieran visto los mensajes que había ido enviado, porque durante la noche no tenía cobertura, pero mi hija se asustó y llamó al 112».

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