Sebastián B.P. lleva media vida cometiendo estafas y pagando entre rejas por ellas. A sus 50 años, acumula ya cinco condenas por embaucar a conocidos para desplumarlos. Su última víctima es un anciano de 85 años al que habían desahuciado de su casa. Le prometió conseguirle el alquiler de una vivienda de protección oficial en Palma. Lo engatusó durante meses y logró de él casi 6.000 euros, mientras el perjudicado malvivía en una pensión. Al final, ni piso, ni llaves ni nada. «Es un encantador de serpientes», lo define un veterano policía que ha perseguido varias de sus fechorías. El estafador reconoció los hechos durante el juicio celebrado ayer en la Audiencia Provincial y se conformó con otros cuatro años de cárcel tras pactar con la fiscalía.

Los hechos ocurrieron en el verano de 2015. Sebastián B.P. estaba de nuevo en libertad tras años encarcelado en varias prisiones, donde protagonizó dos largas huelgas de hambre para exigir salir de permiso, por las estafas cometidas al menos desde 2001. Y volvió a las andadas. Un día coincidió con un amigo de su familia, ya anciano, que atravesaba una situación muy precaria. Había sido desahuciado por impago de su vivienda habitual y con su exigua pensión apenas le daba para sobrevivir.

Para Sebastián B.P. aquello fue una nueva oportunidad. En un aparente acto de generosidad, se ofreció como intermediario para conseguirle un piso por apenas 150 euros al mes. Las condiciones debieron de sonar como música celestial para el angustiado anciano, que encomendó su futuro al timador.

Las gestiones que iba a realizar tenían un coste, claro. La víctima se puso en sus manos y confió ciegamente en él. Sebastián B.P. empezó a pedirle dinero. Poco a poco y durante un año, el perjudicado le entregó diversas cantidades hasta llegar a los 5.595 euros. Mientras, aguantaba en un hostal con la esperanza de conseguir pronto el ventajoso alquiler prometido.

La situación del anciano era cada vez más insostenible y empezó a impacientarse y a meter prisa a Sebastián B.P. Pero este tenía respuestas para todo. Cuando sus pretextos parecían no convencer ya al hombre, le llegó a entregar un mapa de la zona donde estaba el inmueble e incluso le dio unas llaves del piso. Pero el anciano, ya escamado, acabó descubriendo que ni el piso estaba disponible ni las llaves eran de esa casa. Y acudió a la Policía.

Agravante de confianza

Sebastián B.P. fue detenido, otra vez, en octubre de 2016. Y no tardó en volver a prisión por sus fechorías. La fiscalía le imputó esta vez un delito de estafa continuada, agravada por haber abusado de la relación previa con la víctima y sus antecedentes, y pidió una pena de seis años de cárcel y una multa de 3.600 euros.

El acuerdo que su abogado, el de la víctima y la fiscal alcanzaron ayer rebajó un poco la condena. Sebastián B.P. se conformó ayer con cuatro años de cárcel, 720 euros de multa y una indemnización de 7.795 euros para el perjudicado, que se comprometió a ir pagando en plazos de 430 euros mensuales.

Tras el juicio, la Policía lo trasladó de nuevo a prisión. Su hermana, que se acercó a la Audiencia Provincial para ver qué suerte corría esta vez, echó a llorar cuando el vehículo abandonaba el edificio.