Los vecinos de la calle Prunes, en la barriada palmesana de La Soledat, llevaban sin ver salir de casa a Manuel desde el confinamiento con el primer decreto de alarma, el pasado 14 de marzo. Ayer por fin decidieron avisar a la Policía. Cuando los bomberos entraron en la casa, a través del patio de sus vecinos, encontraron su cadáver momificado tirado en el pasillo. Llevaba unos seis meses muerto. «Era muy arisco, no se hacía con nadie», comentaba ayer una de sus vecinas. «Tenía una hija, pero se ve que no tenían una buena relación. Yo algunas veces había llamado a su ventana para ver si necesitaba algo, pero como oía que tenía la radio encendida, le dejaba».

Manuel tenía 78 años y vivía desde hace unos veinte años en una planta baja, en el número 8 de la calle Prunes. Sus vecinos recordaban ayer que era un hombre muy corpulento y tenía problemas en las piernas. «Además bebía mucho, el pobre», comenta una vecina.

Era un hombre poco sociable, que tenía poca relación con el resto de sus vecinos. «Nunca hablaba con nosotros para nada», comentaba ayer un joven, frente a la casa del fallecido. «Solía ir a un bar que está aquí cerca. Se tomaba sus cosillas y le veíamos volver a casa con sus botellas, pero nada más».

Otra de sus vecinas comentaba ayer que a ella le preocupaba que un hombre mayor viviera solo. «Yo le había dicho muchas veces que si alguna vez necesitaba algo me llamara. Durante este tiempo, extrañada porque no le veía nunca, le tocaba de vez en cuando en la ventana, pero oía que tenía la radio encendida y lo dejaba estar».

Los vecinos explican que no habían vuelto a ver a Manuel desde que se decretó el confinamiento, con el primer estado de alarma, el pasado 14 de marzo.

«Estuvimos esos meses sin poder salir de casa, y luego ya no le volvimos a ver», comentaba una de las vecinas. Finalmente, una de ellas decidió alertar ayer a la Policía, ante la posibilidad de que le hubiera pasado algo.

La casa estaba cerrada, así que la Policía requirió la intervención de una dotación de los Bombers de Palma. Los bomberos entraron sobre las tres de la tarde de ayer, saltando el muro que separa el patio de la casa contigua. En medio del pasillo, muy cerca de la entrada, estaba el cadáver, tumbado boca abajo y muy descompuesto. Los bomberos encontraron las llaves de la casa y abrieron la puerta, que estaba cerrada por dentro.

Al confirmarse que el hombre había fallecido se requirió la presencia de una comisión judicial. La forense comprobó que el cadáver estaba momificado, y que falleció hace varios meses, probablemente durante el inicio del confinamiento. El cuerpo fue finalmente trasladado a la Clínica Forense de Palma, donde será sometido a la autopsia para averiguar las causas de su muerte, aunque los primeros indicios apuntan a que pudo ser natural.

Los vecinos recordaban ayer que el hombre tenía familia, pero al parecer no tenían buena relación. Una hija fue a verle alguna vez, y como no abría la puerta le había dejado una nota. La Policía apagó finalmente la radio ayer.