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Carteristas millonarios con ayudas públicas

La organización desarticulada este verano logró un botín de doce millones en diez años

La Policía custodia a uno de los presuntos carteristas, detenido el pasado mes de agosto.

Cada miembro de la banda ganaba entre 3.000 y 4.000 euros al mes robando carteras en toda Mallorca, pero algunos de ellos no le hacían ascos a las ayudas públicas, y con la ayuda de documentación falsificada ingresaban 300 euros mensuales del Ayuntamiento de Palma y otros 590 del Govern para la manutención de sus hijos ficticios. Son algunas de las conclusiones planteadas en el informe patrimonial sobre la organización de carteristas desarticulada este verano por la Policía, con otro dato que da una idea del volumen del delito: en los últimos diez años habrían conseguido un botín de doce millones de euros.

La Policía remitió ayer por la mañana el informe patrimonial al juzgado de instrucción número 9, que lleva el caso. Es la conclusión de la «operación Bucarest», desarrollada el pasado 11 de agosto tras una investigación que se prolongó casi un año por parte de los agentes del Grupo de Crimen Organizado y el Distrito Centro de la Policía Nacional, con la colaboración de la Policía Local de Palma. La operación se saldó con 44 arrestados y otra quincena de imputados, de los cuales algunos huyeron fuera de España y para los que se han dictado órdenes europeas de detención.

La organización, formada por unos sesenta ciudadanos rumanos, copaba los hurtos de carteras y objetos de valor en toda Mallorca, y luego con las tarjetas de crédito sustraídas realizaban compras fraudulentas. También se dedicaban a la sustracción de efectos en comercios. A los miembros de la banda que no demostraban ser hábiles para robar los ponían a mendigar.

La banda se distribuía en «brigadas», como ellos mismos las denominaban, y cada brigada se repartía en «equipos». Los equipos estaban formados por un mínimo de tres personas, siempre con un conductor que, en coches de alquiler, trasladaba a los carteristas a cualquier lugar de la isla donde hubiera aglomeraciones de turistas. Estaban especialmente pendientes del desembarco de cruceristas. Cuando hablaban por teléfono se referían a las víctimas con el nombre clave de «centauro». No robaban una cantidad fija de carteras al día. Si en una de ellas encontraban 4.000 euros, como ocurrió alguna vez, lo dejaban por ese día.

Los ladrones llevaban un alto tren de vida en Mallorca. Algunos tenían aquí su residencia, pero otros miembros se desplazaban expresamente para la temporada turística. Se alojaban en hoteles y gastaban grandes cantidades en apuestas, uno de sus principales vicios. Pero cada día enviaban a Rumanía unos 300 euros mediante agencias y a través de testaferros. Es la técnica que en medios policiales se denomina «pitufeo».

Los cálculos de los investigadores apuntan a que a lo largo de los últimos diez años habrían conseguido un botín de doce millones de euros y han enviado a Rumanía más de un millón, lo que les ha permitido reunir un importante patrimonio en su país en forma de pisos, terrenos y coches de alta gama.

Seis de los detenidos están acusados también de estafa, ya que habían accedido a ayudas públicas del Ayuntamiento de Palma y del Govern. Insistían a sus cómplices en que se empadronaran en cuanto llegaran. Luego presentaban libros de familia falsificados en los que aparecían con varios hijos a su cargo y pedían ayudas para la manutención. Cobraban 300 euros al mes de Cort y 590 del Govern.

Aunque la organización de las brigadas era transversal, la Policía apunta a una pareja como los principales líderes de la banda. También contaban con una persona especializada en la receptación de los objetos robados, tanto efectos de valor sustraídos a turistas, como teléfonos móviles, como prendas de vestir o perfumes que hurtaban en comercios. La mayor parte era enviado a Rumanía para su venta en el mercado negro.

Los principales acusados fueron a prisión, y a otros veinte se les impuso la prohibición de viajar a Mallorca.

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