Solo una combinación de la más sofisticada tecnología subacuática y los mayores expertos en inmersiones a alta profundidad de la Guardia Civil pudo lograr la recuperación del cadáver de Fernando Garfella. El prestigioso documentalista, de 31 años, sufrió un percance y no salió a la superficie. Su cuerpo fue a parar al fondo del mar, a 92 metros. El brazo articulado de un robot le izó a una profundidad segura, donde los buceadores del instituto armado se pudieron hacer cargo del cuerpo y rescatarlo.

El trágico accidente subacuático que le costó la vida al reconocido camarógrafo submarino se inició sobre la una de la tarde del pasado domingo 9 de agosto. Fernando Garfella, de 31 años, había realizado excelentes documentales sobre la fauna marina del Mediterráneo en Balearshabía realizado excelentes documentales sobre la fauna marina del Mediterráneo en Balears, que habían dado la vuelta al mundo.

Ese día, Garfella había localizado un nuevo escenario submarino. Se encontraba a seis millas de Cala Estellencs y asumió más riesgos. Mientras su pareja le esperaba en una barca, en la superficie, él realizó la inmersión en solitario. Su tardanza en salir desató las alarmas. Su novia pidió auxilio y un submarinista se jugó la vida para intentar salvarle. Hasta el punto de que agotó el aire de su botella y tuvo que ser evacuado de urgencia a la Clínica Juaneda para ser tratado en la cámara hiperbárica.

A partir de este momento, se activó un rescate del cuerpo en unas condiciones extremas. De acuerdo con el testimonio del submarinista, había visto a Garfella en el fondo a unos 70 metros de profundidad. Al parecer, ya se encontraba inerte en esos momentos.

Efectivos del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil de Balears se dirigieron de inmediato hasta la posición donde se había visto por última vez a Fernando Garfella. Los buceadores descendieron hasta los 50 metros, pero no había rastro de él. El fondo se encontraba a más de 80 metros de profundidad. Entonces, ya constataron que precisaban de especialistas para acometer esta empresa en condiciones extremas.

A continuación, se activó a la Unidad de Buceo Profundo de la Guardia Civil. Un oficial y una decena de expertos del instituto armado de diversas comunidades autónomas acudió al rescate.

Nada más llegar al lugar del accidente, los especialistas del instituto armado en inmersiones a gran profundidad se repartieron las competencias. Mientras unos preparaba el sofisticado material y la mezcla especial para las botellas otros descendieron hasta unos 80 metros de profundidad con una cámara. La visibilidad en esa cota era nula.

Minuto de silencio en Andratx

AndratxPara llegar hasta el fondo se requirió de un robot submarino. La primera zona explorada se descartó y se volcaron en examinar e intervenir en una próxima. Después de varias horas de trabajo, se localizó el cuerpo de Fernando Garfella en el fondo del mar, a 92 metros de profundidadse localizó el cuerpo de Fernando Garfella en el fondo del mar, a 92 metros de profundidad.

Para poder recuperar el cuerpo, el brazo articulado del robot lo izó hasta una profundidad considerada segura. En este punto, los submarinistas altamente especializados de la Guardia Civil se hicieron cargo de la víctima y la sacaron a la superficie. Fue llevado hasta el Port de Sóller, donde se ordenó el levantamiento del cadáver.

El mar ha sido la pasión y lo que ha marcado la tragedia de la familia de Fernando Garfella. De hecho, su padre, médico en Andratx y apasionado de la pesca, falleció tras recibir un golpe de la botavara en el transcurso de un temporal. Ahora su hijo ha muerto en una inmersión.

La muerte de Fernando Garfella provocó una profunda conmoción. Había colaborado en el Open Arms en el rescate de inmigrantes en el Mediterráneo y documentó muchas especies animales. En su recuerdo, el Ayuntamiento de Andratx celebró un minuto de silencio y las banderas del consistorio se izaron a media asta. Sus magistrales documentales serán inmortales.