La jueza ha desterrado de Mallorca a una veintena de miembros de la banda de carteristas detenidos esta semana en Palma y ha encarcelado a otros seis, tres de ellos bajo fianza de 6.000 euros. Al resto de sospechosos los ha dejado en libertad con comparecencias periódicas como medida cautelar para ocho. La Policía Nacional anunció además que se emitirán sendas euroórdenes contra otros 18 acusados que no han sido arrestados al estar fuera de la isla. Los investigadores apuntan que los sospechosos habrían cometido más de 300 robos en Mallorca en los últimos tres meses.

La Policía Nacional, que cifra en más de 12 millones de euros el botín logrado por la organización en Mallorca durante más de una década, explicó ayer que la banda cometía robos por encargo. Los investigadores sostienen que los acusados sustraían en comercios de Mallorca productos que les pedían desde Rumanía, adonde luego remitían la mercancía. Las pesquisas apuntan a que habrían cometido más de 300 delitos en los últimos tres meses.

Las pesquisas se iniciaron por el aumento de denuncias por hurtos de carteras, mochilas, tarjetas de crédito y teléfonos móviles en las principales zonas turísticas, como Playa de Palma, la catedral, el castillo de Bellver, autobuses de línea, el casco antiguo de Palma, el Port d'Alcúdia, Peguera, el Port d'Andratx, el Port de Sóller, Valldemossa o Cala Rajada. Los ladrones intentaban no superar el límite de 400 euros en cada robo, para ser acusados solo de hurto, y no utilizaban violencia ni intimidación. Algunas veces usaban a menores de edad para cometerlos.

Las investigaciones revelaron que se trataba de una organización criminal de ámbito internacional, estructurada, jerarquizada y estable. Sus miembros, todos de origen rumano, se coordinaban para cometer los robos y actuaban en diversos países de Europa. En Mallorca había varias personas afincadas, que se encargaban de informar de las zonas donde cometer los robos. El objetivo de los hurtos era enviar el dinero sustraído a sus familiares en Rumanía, donde compraban inmuebles y otros bienes.

Uno de los principales roles de la organización era el de receptador, cuya función era dar salida al dinero y los objetos sustraídos. La Policía ha detectado hasta ahora envíos de más de 1,6 millones de euros en efectivo, con unos beneficios por cabeza de 4.000 euros al mes. Los investigadores imputan por el momento más de 300 delitos a los acusados en los últimos tres meses. Los agentes calculan que la organización ha logrado en los diez últimos años unos 12,5 millones de euros.

El pasado martes, la Policía llevó a cabo 20 registros en domicilios y establecimientos y detuvo a 34 personas. Además, va a emitir 18 Órdenes Europeas de Detención y Entrega sobre los sospechosos que no están ahora en Mallorca y no ha podido ser arrestados. La redada permitió intervenir más de 300 objetos robados, como teléfonos móviles, perfumes y gafas de sol Además, la Policía ha decomisado ocho vehículos y numerosa documentación que está siendo analizada. La operación continúa abierta y no se descartan nuevas detenciones.

Uno de los acusados ingresó el miércoles en prisión por orden judicial y los otros 33 detenidos pasaron ayer a disposición del juzgado de instrucción número 10 de Palma, en funciones de guardia. La magistrada acordó el encarcelamiento de cinco de ellos, eludible con fianzas de 6.000 euros para tres, que uno abonó ayer mismo. A otra veintena de acusados los dejó en libertad pero les dio unos días de plazo para marcharse de Baleares, a donde no podrán regresar. El resto de acusados deberán presentarse en los juzgados los días 1 y 15.

Prostitución y mendicidad para los que menos robaban

La investigación de la Policía Nacional sobre la banda de carteristas ha revelado que los cabecillas de la organización actuaban contra los miembros que no robaban lo que ellos consideraban suficiente. Estas personas pasaban a dedicarse entonces a ejercer la prostitución, mendigar en las puertas de supermercados o tocar música en los semáforos para lograr donativos.

La Policía ha descubierto también que los ladrones actuaban disfrazados, a veces simulando ser turistas, y que inclusa usaban a menores de edad.