"Pablo Camposes el narco más importante de Mallorca. Mucho más de lo que fue la Paca. Lo que ocurre es que ha sido mucho más discreto. Es cierto que se ha comido muchos años de cárcel, pero no hay ningún traficante que haya aguantado tantos años moviendo droga al nivel que lo ha hecho él, y controlando desde la producción o la compra a organizaciones del extranjero hasta la venta final a los consumidores". El comentario es de un veterano inspector de Policía que ha dirigido algunos de los últimos golpes contra el clan del Pablo, que lleva 40 años distribuyendo droga desde su centro neurálgico en la calle Teix, en la barriada Palmesana de la Soledat. Desde la distribución de heroína en los años ochenta, hasta el pasado junio, cuando la Policía desmanteló once puntos de venta y tres plantaciones de marihuana.

Durante estas décadas, Pablo Campos, de 59 años, ha amasado una enorme fortuna, parte de ella blanqueada en la adquisición sistemática de casas de su barriada, donde mantiene un control férreo, pero también en el resto de Mallorca y la península.

No le ha salido gratis. En total ha pasado doce años y medio en prisión en distintas temporadas. De hecho actualmente está en la cárcel cumpliendo su última condena, de cuatro años y medio.

Su padre, Pablo Campos Fernández, fue condenado por degollar a un hombre tras una discusión en un bar de la calle Reyes Católicos en 1992. En los 90 el Pablo también protagonizó una sonada fuga, tras recibir un permiso penitenciario pese a que había sido anulado por la Audiencia. Estuvo huido cinco años, y tras ser detenido comentó a un policía que aquello no era vida, que prefería cumplir las condenas.

En estos años ha vivido la evolución del narcotráfico: desde el auge de la heroína en los años ochenta a la cocaína en los noventa, para volcarse en la producción y venta de marihuana en los últimos tiempos, que implica menores condenas y proporciona grandes beneficios económicos.

De la heroína a la cocaína

Los agentes más veteranos de los grupos antidroga de la Guardia Civil y la Policía -muchos ya jubilados- recuerdan los inicios del Pablo en los años ochenta. En aquella época el principal narcotraficante de la Soledat era Cristóbal Company Seguí, alias el Tòfol. El Pablo empezó bajo la protección de su suegro, el Emilio. Eran los años duros de la heroína, con adictos desesperados por el síndrome de abstinencia que recurrían a atracos y robos violentos. Muchos pagaban su dosis con el botín que acababan de robar.

A mediados de los ochenta el clan de los Campos Maya es ya bien conocido como una de las principales bandas de narcotraficantes de Palma. Está dirigido ya por el Pablo y su hermano, el Benigno. En las intervenciones policiales de esta época contra el cal se intervienen numerosas papelinas de heroína, así como efectos robados, que los adictos entregaban a cambio droga. Pero en esta época el Pablo ya no toca la droga. Es detenido y se enfrenta a varios procesos por narcotráfico, peroas acusaciones no prosperan por falta de pruebas.

"Es a partir de los años noventa cuando se hace fuerte, con la cocaína y el hachís", recuerda uno de los veteranos agentes antidroga. "Tenía un lugarteniente llamado Manuel García Ramos, conocido como el Sinriñones, que tenía contactos en Colombia y Marruecos, de donde traían grandes partidas de droga".

Durante esta época el clan se extiende por la Soledat. Muchos de los propietarios de las casas de este antiguo barrio de pescadores se marchan, hartos de los conflictos que provoca la afluencia de drogadictos en sus calles y de las presiones de los miembros de la banda, que no dudan en amenazar a los que consideran "chivatos" tras algunas de las operaciones antidroga. El Pablo se hace con muchas de estas casas a precios de saldo.

Las cosas se empiezan a torcer a partir de 1992. El 18 de diciembre, el padre del Pablo, Pablo Campos Fernández, de 50 años, degüella a un hombre con el que había mantenido una discusión en un bar de la calle Reyes Católicos. Fue condenado a quince años de prisión ya que el tribunal le aplicó la eximente de enajenación mental por delirio alcóholico.

En 1993 la Policía asesta un duro golpe al clan, una operación en la barriada en la que son detenidas catorce personas. Junto al Pablo son arrestados su madre, su suegra y una cuñada. Su primera condena le llega a finales de ese año, y no es por drogas, sino por amenazar a unas personas que al parecer se habían quedado una suma de dinero que el clan había escondido en el campo.

Las sentencias condenatorias se suceden a partir de aquí. En marzo de 1994 ingresa en prisión tras ser condenado por un delito de receptación, unos hechos que se remontan diez años atrás. Y siguen más juicios por distintas operaciones antidroga. Pese a las estrategias dilatorias de sus defensas, su panorama judicial se complica. A finales de ese año se celebra un macrojuicio contra el clan, que acaba con diez condenados por narcotráfico. Al Pablo le caen catorce años de prisión.

Pero la organización sigue traficando, y la Policía y Guardia Civil mantienen su presión. Durante los años siguientes continúan las operaciones antidroga en la Soledat y los macrojuicios contra los miembros del clan. En 1997 el Pablo está cumpliendo condena en la cárcel de Picassent (Valencia) en régimen de tercer grado, lo que le permite salir a trabajar cada día y disfrutar de permisos de fin de semana. Pero se enfrenta a un nuevo juicio, por el que el fiscal le reclama una nueva pena de quince años. Y mientras tanto es detenido de nuevo. Policía y Guardia Civil le acusan de seguir dirigiendo el clan desde prisión.

Cinco años huido

El Pablo sabe que en el momento en el que sea condenado de nuevo perderá los beneficios penitenciarios. En noviembre de 1997, tras recibir la condena de quince años, sale de la cárcel con un permiso de cinco días. Ya no volvió. Permaneció fugado durante casi cinco años, un periodo en el que su clan siguió activo y fue objeto de nuevas operaciones policiales en las que se intervinieron diferentes partidas de heroína y cocaína. Sus familiares más cercanos son juzgados y condenados en diferentes causas de narcotráfico.

No fue hasta julio de 2002 cuando la Guardia Civil le capturó de nuevo. Residía en una lujosa urbanización de Benalmádena (Málaga) y llevaba un pasaporte portugués. Tiempo después le comentaría a un policía que aquellos años había vivido en una tensión constante, con miedo de ser detenido en cualquier momento.

Durante los años siguientes el Pablo cumple sus condenas, pero su organización mantiene su actividad inalterable. Eso sí, mucho más discreta que otras bandas como la de la Paca, en Son Banya, que adquieren gran notoriedad. "Han tenido la inteligencia de quedarse en la Soledat y no entrar en disputa con otras bandas, y de mantener un perfil discreto", comenta un investigador de la Policía. "En una ocasión uno de sus sobrinos agredió a uno de sus vendedores y el Pablo le amenazó con expulsarle del clan. No quiere ningún incidente que atraiga la atención de la Policía".

Fuentes policiales indican que en los últimos tiempos el Pablo ha cedido la gestión del clan a sus hijos, Iván y Pablillo. El primero es el presunto responsable del giro de la organización, que se ha centrado en la producción y venta de marihuana, con unas ganancias semejantes a otras drogas, pero con condenas inferiores. El segundo hijo, considerado el más inteligente, se habría dedicado a operaciones de blanqueo, con la compra de numerosos inmuebles, tanto en la barriada como en otras zonas. Sin embargo, los investigadores creen que Pablo Campos sigue mandando, incluso desde la cárcel. Los cerca de treinta miembros que tiene el clan le tratan con un respeto reverencial. Para ellos es Don Pablo.

Las intervenciones policiales han continuado, tanto en lo que respecta al narcotráfico como en el blanqueo mediante la compra de inmuebles, incluida su propia mansión, en la calle Teix, que ocupa el espacio de tres antiguas viviendas. Construida con profusión de mármol y pan de oro, cuenta con un ascensor privado y una piscina de quince metros.

Una de las más importantes fue la operación Nerónoperación Nerón, en junio de 2015. La Policía le llamó así porque creen que, al igual que Nerón en Roma, ha arrasado el barrio para reconstruirlo a su gusto. Los agentes intervinieron unos 40 inmuebles, muchos a nombre de testaferros. La mayoría de las casas estaban en la Soledat, pero también había otras en otros puntos de Mallorca y en Granada. Los agentes encontraron también dos millones de euros en efectivo.

La última visita de la Policía al barrio fue el pasado 18 de junio. Los agentes desmantelaron once punto de venta de droga en el barrio y encontraron tres grandes plantaciones de marihuana, la nueva especialidad del clan.

Disfrazados

El clan del Pablo hizo la vida imposible a muchos vecinos de la Soledat, que acabaron vendiéndoles sus casas, pero con el resto tratan de mantener buena relación. A una mujer a la que la Policía le rompió la puerta por error durante una intervención, le pagó una puerta nueva y le regaló un jamón. Y durante varios años el clan organizó su propia cabalgata de Reyes en el barrio, con el Pablo y sus dos hijos disfrazados de Reyes Magos, en las que repartían caramelos y dinero entre los niños.

Fuga

En 1997 el Pablo cumplía condena en la cárcel de Picassent (Valencia) pero disfrutaba del tercer grado, por lo que salía cada día a trabajar. Estaba pendiente de la sentencia de un juicio reciente y sabía que en cuanto le condenaran perdería los beneficios penitenciarios. Cuando fue condenado, desde la Audiencia de Palma enviaron un fax a la cárcel de Picassent para que le anularan las salidas, pero ese mismo día se fue con un permiso de cinco días y ya no volvió. Desde la prisión de Valencia manifestaron que no habían recibido ese fax. El Pablo permaneció huido junto a su mujer durante cinco años, y nunca se supo lo que había pasado con el fax extraviado.