El verano comenzó de forma trágica en Gijón con el fallecimiento, en la playa de San Lorenzo, de Yencer de los Santos Germosen, un ovetense de origen dominicano de 19 años ahogado al intentar auxiliar a su novia, de 16, cuando se bañaban cerca de la iglesia de San Pedro. El cuerpo fue encontrado pasada la medianoche, frente a la escalera dos del principal arenal gijonés, tras casi nueve horas de búsqueda. Los rescatadores sí lograron sacar con vida del agua a su novia, de origen ucraniano y vecina de El Berrón, S. D., que pese a su nerviosismo salió ilesa del trance y siguió todo el angustioso operativo desde la torre de Salvamento, en la escalera 12, al lado de varios familiares del chico.

Los dos jóvenes aprovecharon el día de sol y calor para instalarse en la escalera 2 de San Lorenzo, conocida popularmente como 'la Rampla'. En ese lugar, encontraron luego los agentes sus respectivas mochilas. Poco antes de las tres de la tarde optaron por darse un baño. Había bandera amarilla en la Escalerona, mar de fondo y la corriente habitual que recorre el pedrero de San Pedro hacia el Club de Regatas, que, si bien beneficia a muchos surfistas, suele provocar más de un susto cada verano a bañistas.

Los jóvenes estaban plácidamente en el agua. Con sus prismáticos, los socorristas de la Escalerona les habían visto pero parecía estar todo tranquilo. Eso sí, pidieron a los compañeros de la moto de agua que se acercasen hasta allí para invitarles a regresar a la orilla, dado que les estaba arrastrando la corriente. En poco tiempo estaban ya a la altura de la Escalera 0, conocida como la Cantábrica y en frente del Club de Regatas. "¡Ayuda, ayuda!", escucharon gritar los socios del club de vela. Era la joven pidiendo auxilio porque se ahogaba. También vieron cómo él, en segundos, sacaba los brazos como podía del agua. Se hundió y volvió a salir a flote tímidamente tres veces. "Venía todos los veranos a Gijón, conocía la playa", describía Antonio Germosen, su tío, mientras acompañaba a los bomberos en las labores de rescate. "Es un chico muy prudente, nunca le había pasado nada igual", añadía otro familiar siguiendo el operativo desde el otro lado de la playa.

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Sucesos: Buscan a un bañista de 19 años en San Lorenzo

El portero del Club de Regatas fue el primero en llamar a emergencias a las 14.57 horas. Apenas dos minutos después lo hacía un socio, que tomaba el sol en la piscina. Lanzados desde la escalera 12 llegaron en moto de agua dos socorristas, pero sin percatarse de que Yencer de los Santos se acababa de hundir, por lo que fueron directamente a por la joven de El Berrón. Solo la vieron a ella. Una vez que S. D. ya estaba a salvo, el alertante gritó a los socorristas. "Les dije: 'Cuidado que hay otro chico'. Y traté de guiarles hasta la zona por la que le había visto", describe Kike Suárez, quien llamó al 112. "No dejo de ver al chico, le vi desaparecer en el agua, sigo impactada", relataba poco después otra socia del club.

El mar estaba revuelto y había levantado mucha arena, lo que dificultaba la visibilidad. No le encontraban y se vivieron momentos de mucha angustia, que se hicieron aún más intensos cuando el reloj seguía avanzando. Rápidamente se desplegaron efectivos de Policía Nacional y Local, bomberos, socorristas en moto de agua, personal de Cruz Roja del Mar en su embarcación "Lima Sierra" con cuatro buzos, bomberos, lancha de Salvamento Marítimo y rescatadores del Helimer que peinaron la zona desde el cielo en helicóptero, alternándose con Bomberos de Asturias. Hasta los buzos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil se sumaron al operativo.

El nerviosismo iba creciendo. La madre del joven y varios familiares se concentraron en la central de Salvamento de la Escalera 12, donde estuvieron asistidos por psicólogos de Cruz Roja y arropados por la Alcaldesa, Ana González, y los ediles Santos Tejón y José Luis Fernández. "Hemos puesto todos los dispositivos de rescate a nuestro alcance", apuntó Fernández al avisarles de que iba a concluir la búsqueda, sobre las diez de la noche. Fue quizás el momento más duro, como un golpe de realidad para la familia. "¡Ay Dios mío! ¡Mi hijo!", imploraba al cielo la madre del adolescente, que llegó a desvanecerse junto a otras dos mujeres de la familia. "¡Esto sí que es un dolor!", gritaba otra mujer, que terminó por caer fulminada en la central de salvamento. Una desolación que fue premonitoria de lo que vendría después.

El nerviosismo fue la nota dominante. Cigarros tambaleantes que no encontraban la boca, sorbos de agua para pasar el trago y luchar contra el calor, y continuas miradas al móvil y al mar buscando una respuesta que no llegaba. La joven rescatada, y testigo de lo ocurrido, mantenía por momentos la calma y hasta animaba al resto de familiares tan pronto como se venía abajo y lloraba por lo ocurrido. Más aún al saber, como explican fuentes policiales, que Yencer de los Santos fue rápido a rescatar a su novia cuando vio que la llevaba la corriente. "Mi sobrino intentó ir a por ella y parece que al ayudarla no pudo", explicaba Antonio Germosen. Toda la familia fue trasladada a Oviedo antes de conocer el fallecimiento del joven, pasada ya la medianoche.

Una de las hipótesis es que se haya quedado enganchado en alguna roca, lo que sumado al movimiento de arena provocado por el mar de fondo de ayer hacía difícil localizarle. Puede también que la propia corriente le llevase a otra área de la bahía. En lo que sí coinciden todos los expertos consultados es en lo poco habitual que resulta un ahogamiento de estas características en San Lorenzo. Sí son más frecuentes otros casos en el agua, como la muerte de una mujer al sufrir un infarto hace dos años. El cuerpo finalmente fue encontrado poco después de la medianoche, al bajar la marea.

En 2011 murió un bañista en San Lorenzo, sin servicio de socorrismo en aquel momento, y una mujer fallecía en la Escalera 0 en 2009 tras llevarla una ola. Salvo la tragedia de los siete niños de Zamora ahogados en mayo de 1978 -dos de los cuerpos se recuperaron al día siguiente-, nadie recuerda en Gijón un caso en San Lorenzo en el que el cuerpo no apareciese. Sin contar la muerte del pequeño Gonzalo Fernández, de 10 años, en 2012 cuyo cuerpo devolvió el mar tras 14 días, después sufrir un accidente en la embarcación en la que iba con su familia.