El padrastro aprovechaba que se quedaba a solas para abusar sexualmente de su hijastra. Desde que la menor cumplió diez años hasta los 13 consistían en tocamientos en las partes íntimas de la menor. A partir de esa edad hasta los 15 los abusos derivaron en penetración vaginal y anal a la víctima. La Sección Primera de la Audiencia Provincial ha condenado al pedófilo, que cuenta ahora con 57 años, a 11 años de prisión por un delito de abusos sexuales con penetración a menor de edad.

La sentencia también establece que indemnice a la víctima con la suma de 30.000 euros más los intereses correspondientes. Asimismo, la resolución judicial prohíbe al condenado a acercarse a la víctima a menos de 500 metros durante 17 años. También determina que se someta a cinco años de libertad vigilada.

El pederasta convivía con la madre de las dos niñas después de que enviudara de su marido. La menor de ellas contaba entonces con ocho años de edad. En un principio residían en Almendralejo (Badajoz) hasta que en febrero de 2016 se mudaron a una vivienda del municipio mallorquín de Llucmajor. Los abusos sexuales sobre la menor los habría cometido en ambas localidades.

Periodicidad mensual

Los abusos consistentes entonces en tocamientos se habrían incoado en 2012, entonces la menor contaba tan solo con diez años de edad. De acuerdo con la sentencia, el ahora condenado se habría prevalido de la corta edad de la menor y de la confianza por el hecho de vivir en el domicilio familiar para llevar a cabo sus propósitos sin contar con oposición.

En el momento en el que su hijastra había cumplido 13 años, los abusos sexuales los habría cometido con penetración, tanto anal como vaginal. De hecho habría mantenido una periodicidad de una a varias veces cada mes.

El acusado también habría instado a su hijastra a que le practicara felaciones. Estas se habrían materializado en al menos dos ocasiones.

Finalmente, la madrugada del 29 de septiembre de 2018, el padrastro fue al dormitorio donde se encontraba durmiendo su hijastra y le realizó varios tocamientos. Acto seguido le quitó la ropa y la penetró por vía vaginal y anal y eyaculó en este última. Durante el juicio, el procesado solo reconoció este abuso.

Como consecuencia, a la víctima le han quedado una serie de secuelas psicológicas de las que aún sigue siendo tratada. En concreto, la víctima presenta síntomas de estrés postraumático. Además, sufre una pérdida de confianza generalizada y cuadros de depresión que los alterna con arrebatos de furia.