Una joven se personó la semana pasada en las dependencias de la Guardia Civil del Port d'Alcúdia para denunciar que había sido secuestrada por un taxista y retenida en el interior del vehículo. Aunque ella sola se habría liberado y habría logrado huir. Tras investigar el caso, los agentes del instituto armado comprobaron que se trataba de una denuncia falsa. A continuación fue imputada simulación de delito. Ella, finalmente, confesó su mentira y argumentó que había utilizado este ardid para evitar pagarle 90 euros que el profesional del transporte le reclamaba de una deuda contraída con él.

De acuerdo con el particular testimonio de la denunciante, la joven aseguraba haber sufrido una detención ilegal por parte del conductor de un taxi la tarde del pasado 30 de mayo. Según su versión de lo ocurrido, en lugar de presentarse con el coche del trabajo el profesional se habría presentado con un coche particular para recogerla. Sin embargo, en lugar de llevarla hasta el lugar de destino que le había indicado, el hombre que iba al volante se habría desviado de la ruta hasta llevarla a una finca rústica situada en un paraje apartado. Además, para impedirle salir del vehículo y evitar que gritara el sujeto la habría maniatado y amordazado.

Todo lujo de detalles

Para tratar de respaldar la veracidad de su relato, la denunciante aportó todo lujo de detalles sobre lo que supuestamente le había sucedido tras pedir un taxi y que la trasladara a su destino. Después de ser maniatada por el conductor, él se dispuso a conversar con dos personas en el interior de dicha vivienda. Al encontrarse completamente sola atrapada dentro del vehículo, ella se las habría ingeniado y habría encontrado entonces el momento propicio para liberarse.

Así, ella sola habría logrado quitarse las ligaduras que la maniataban y, acto seguido, se habría desprendido de la mordaza que le habían colocado para que no gritara. Una vez fuera del coche, la supuesta rehén habría maquinado una fuga sin que pudiera ser descubierta. Sin vacilar, habría emprendido la huida después de saltar el muro.

Su principal preocupación pasaba entonces por huir lo más rápidamente posible sin ser descubierta. Acto seguido, la mujer habría cogido una bicicleta que se habría encontrado en el camino y habría pedaleado lo más fuerte que pudo para alejarse deprisa del lugar.

A tenor de la aparente gravedad de los hechos que le había presentado la joven denunciante en las dependencias de la Guardia Civil del Port d'Alcúdia, los expertos del instituto armado trataron de reconstruir lo que le había ocurrido y abrieron una meticulosa investigación.

Pese a las reticencias por el relato inverosímil que les había expuesto la joven denunciante en el cuartel, los investigadores lo analizaron en detalle y no tardaron en detectar numerosas contradicciones y datos ficticios. Con todos estos elementos, los expertos llegaron a la coinclusión inequívoca de que la denuncia interpuesta era completamente falsa. No obstante, el principal interrogante que les restaba era averiguar cuál era el móvil para presentarles un relato de un caso tan delirante.

A continuación, los guardias civiles encargados del caso citaron de nuevo a la denunciante para que acudiera a las dependencias del cuartel del Port d'Alcúdia. Tras informarle del resultado de la investigación después de acudir al lugar que ella había señalado donde supuestamente había sido secuestrada, los agentes encargados del caso le comunicaron que los datos que les había aportado no se correspondían con la realidad.

Una invención

Al verse descubierta y que su relato carecía de toda credibilidad, la denunciante se derrumbó y confesó que todo se había tratado de una invención. No obstante, el principal interés de los investigadores era qué le había movido a realizar tamaña invención y a incurrir, por tanto, en un delito al presentar una denuncia falsa.

Su motivación para denunciar un supuesto secuestro era algo de lo más prosaico. La joven admitió que su intención era evitar ser molestada por el taxista. Al parecer, el profesional del transporte le reclamaba una deuda de 90 euros contraída con él tras numerosos servicios prestados con anterioridad y ella se negaba a saldarla. Acto seguido, los agentes del instituto armado le comunicaron a la mujer que se encontraba imputada por simulación de un delito.