La Policía ha detenido en Palma a una indigente de unos 30 años que se coló por la fuerza en un bar del Paseo Marítimo, cerrado por el estado de alarma, para tomarse un café. La acusada, que estaba sentada en la terraza del local, intentó hacer creer a los agentes que el dueño del negocio le había permitido instalarse allí al no tener donde cobijarse e incluso le llamó por teléfono. Los policías comprobaron que no era cierto. Además, descubrieron que horas antes había huido de un polideportivo de la ciudad en el que estaba confinada junto a otros sintechos tras destrozar una máquina. La sospechosa fue arrestado por presuntos delitos de allanamiento de morada y hurto.

Los hechos ocurrieron el pasado sábado hacia las cuatro de la tarde, según informó ayer la Policía Nacional. Una patrulla que recorría el Paseo Marítimo de Palma descubrió que una mujer estaba sentada tranquilamente en la terraza de un bar tomando un café de máquina. Los agentes se acercaron a ella para preguntarle qué hacia allí, vulnerando de forma flagrante las restricciones impuestas por la crisis del coronavirus. La acusada les explicó que estaba instalada allí, pues conocía al dueño del establecimiento y este le había dejado quedarse porque no tiene donde resguardarse.

Los policías le pidieron la documentación y realizaron varias gestiones. Así averiguaron que la mujer había pasado la noche en un polideportivo de Palma habilitado para los sintechos y que esa misma mañana había protagonizado un violento altercado. Según habían explicado los responsables del recinto, había destrozado el cristal de una de las máquinas y luego se marchó.

La acusada, sin embargo, cogió entonces un teléfono móvil que había en el bar y realizó una llamada para demostrar a los agentes que conocía al propietario y el hombre le había dado permiso para quedarse allí. La mujer hizo la llamada, pero no mantuvo ninguna conversación y colgó enseguida.

Las mentiras de la mujer empezaron a quedar al descubierto. El dueño del bar contactó en ese momento con la Policía Nacional para contar que acababa de recibir una llamada de una desconocida, realizada desde un teléfono móvil de su empresa. El acusado se mostró muy extrañado, porque el negocio está cerrado desde que se decretó el estado de alarma por el coronavirus.

Desmontadas todas sus alegaciones, los policías arrestaron entonces a la indigente, una joven de unos 30 años, como presunta autora de un delito de allanamiento de morada y hurto, explicó la Policía Nacional. La acusada fue trasladada a comisaría para ser interrogada.

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