Alberto Encinas es un vecino de Pollença que vio cómo en las Navidades de 2011 su exesposa "secuestraba" a su hija de tres años y no se la devolvía, pese a que él tenía la guarda y custodia en exclusiva. El padre inició entonces una cruzada para localizar a su pequeña y traerla de nuevo a Mallorca, algo que consiguió hace unos días tras ocho años de calvario. En ese tiempo, el padre removió Roma con Santiago y viajó a Polonia en multitud de ocasiones para hacer de "detective", aunque muchas de las pistas que le iban dando eran falsas.

P ¿Pensó usted en tirar la toalla en estos ocho años?

R No, nunca. No contemplé esa posibilidad. Era mi hija y no podía dejarlo. Para sobrellevar la amargura pensaba que me sentía mejor cuando la estaba buscando. No podía abandonar.

P ¿Han colaborado las autoridades polacas en la búsqueda de su hija?

R Es una buena pregunta. Han colaborado porque finalmente, y afortunadamente, mi hija ha regresado a casa, pero durante años no lo han hecho. A mí la Policía de Polonia me engañó. En una comisaría estuvieron mucho tiempo engañándome diciéndome que no sabían dónde estaban la madre y la niña. Tampoco colaboraron el Defensor del Menor ni la Fiscalía de Menores de Polonia. Ha habido una especie de mafia. Mi exsuegra es un personaje con influencias en ese país y ha movido los hilos en esas instituciones. El Defensor del Menor ha estado defendiendo a una criminal (su ex mujer). Además en la Policía existen dos generaciones diferentes: una de veteranos, más mayores, y que quizás procedan del antiguo KGB y han colaborado con un hecho delictivo y otra, de otra academia más nueva y más sensible con este tipo de situaciones.

P ¿Le pidieron dinero para localizar a su hija?

R La abuela materna polaca me dijo que yo pusiera la cifra para poder recuperarla. Eso se lo dijo a mi madre en una entrevista y con una traductora de testigo. Me ofrecía que yo comprara a la pequeña.

P ¿Qué le diría a su exmujer si pudiera hablar con ella?

R No se ha puesto en contacto conmigo. No soy persona de revanchas. Tampoco se trata de perdonar a nadie. Yo he sufrido mucho con esto y mi hija también ha sufrido mucho. Quizás con el paso del tiempo lo vea de otra manera. Hoy pienso que mi exmujer metió la pata bien.

P ¿Cómo se encuentra la niña?

R Mi hija es encantadora y está increíble. Desde el primer minuto estuvo bien con nosotros y llegó sonriendo. La niña ha roto todas las predicciones malas que teníamos para el reencuentro. Es muy sociable, muy positiva. La suerte que tuvimos es que antes de vernos le explicaron lo que pasaba y que su papá no era su papá de verdad. La personalidad de mi hija ha impedido que se produjera un drama. Le contaré una anécdota: hace unos días ella y yo visitamos el Parlament y hablamos con los políticos, entre ellos el president del Parlament. Mientras yo hablaba con los políticos, ella los iba dibujando y luego les regaló a cada uno su dibujo. Todos se quedaron sorprendidos.

P ¿Le ha matriculado ya en un colegio?

R No, de momento. Está en un período de adaptación y recibe clases particulares, algo que está yendo muy bien. Hay que tener en cuenta que ha pasado varios cursos sin escolarizar. Quizás para febrero o marzo podremos escolarizarla.

P ¿Le han propuesto ya llevar a la pantalla su experiencia?

R No, pero me han propuesto escribir un libro. He dado muchas entrevistas, pero hay muchos detalles pendientes de contar con todo lo que he vivido. Cuento la anécdota de que en mis múltiples vigilancias sobre el terreno en Polonia las ruedecitas de los prismáticos se congelan si estás a bajo cero. He pasado muchas horas vigilando, me he tirado debajo de coches para poner dispositivos. Una vez vigilé durante nueve horas una oficina de correos donde decían que podría aparecer. Me han engañado muchas veces y he vigilado en vano. A veces, en la desesperación, me pasaba horas y horas vigilando un parque infantil de una ciudad donde podían estar. También vigilaba con los prismáticos carreteras y calles buscando algo imposible. He conocido gente buena y gente mala. Me han tratado mal: en el ministerio de Educación de Polonia no me quisieron decir a mí, a su padre y con la guarda y custodia, si mi hija estaba escolarizada. Me dijeron que esos datos no me los podían dar a mí. Y, ¿a quién se los podían dar entonces? Fui muchas veces a ese país y cuando regresaba a Mallorca volvía derrumbado, apático. Lo único que me daba vida es llegar a Pollença, cambiarme de ropa y ponerme a hacer atletismo de montaña en la Serra. Me imbuía en la Tramuntana y recuperaba el aliento.

P ¿Cómo se podrían evitar que secuestros parentales como los de su hija se repitan y duren tanto tiempo?

R Tomando en serio la situación desde el principio. Mi hija desapareció el 31 de diciembre del 2011 y hasta 2015 los jueces no dictaron la primera orden de localización y detención de mi exmujer. No se activó hasta entonces la búsqueda y se hizo para que las autoridades polonesas que la protegían se lo tomaran en serio. Hay malas interpretaciones por personas que ocupan puestos importantes en la Justicia y los casos no avanzan y las actuaciones no se hacen con la rapidez que precisan estos casos. Hasta cinco jueces españoles diferentes han intervenido en este asunto y los documentos pasan de mano en mano y pasa el tiempo.

En segundo lugar falla la cooperación jurídica internacional y estos fallos son la segunda causa para que estas situaciones se repitan. Esta cooperación jurídica entre países desempeña un papel fundamental para evitar estos secuestros parentales. Hay algunos países, como Polonia, Hungría y otros del antiguo Este que no respetan la cooperación jurídica internacional. España entrega los menores sustraídos, pero no halla reciprocidad en estos países. Es necesario que los ministerios de Justicia y Asuntos Exteriores actúen para pasar notas a estos países notas cuando están incumpliendo las entregas. Yo pertenezco a la asociación Nisde (Niños sin Derechos), un colectivo contra la sustracción parental que aglutina a padres, madres y abuelos de menores arrancados de su entorno por uno de los progenitores. Desde esta asociación se aboga porque se mejore la cooperación jurídica internacional. Polonia se está convirtiendo en un paraíso de niños sustraídos y actualmente hay entre seis y siete casos de niños sustraídos sin resolver.

P Este calvario ha tenido para usted un elevado coste, pero también ha habido un gasto de fondos públicos.

R Este es otro elemento capital de este tipo de disfunciones. A mí me han dicho que mi caso ha podido tener un coste de entre 700.000 y un millón de euros para las arcas públicas. Hay que intentar corregir todo esto y actuar a tiempo. Sí que hay que resaltar que desde el Centro Nacional de Desaparecidos se tiene una especialidad sensibilidad con estas situaciones y también la Guardia Civil ha actuado con gran eficacia, profesionalidad y entrega. Espero que el caso de mi hija sea un hito en el camino y que estas situaciones no se repitan.

P ¿Cómo se encuentra su hija emocionalmente?

R Mi hija ha sufrido una paralización emocionalparalización emocional, que yo creo que la padeció a los tres años y medio (cuando su madre se la llevó de España) y eso no es bueno. Hay que proteger los derechos de los menores y no se pueden tolerar que pasen ocho años hasta devolver a un niño a su padre.

P ¿La recuperación de su hija ha sido un milagro?

R Se podría decir que sí. Y el milagro se ha basado en algunas personas. Entre ellas un jefe de grupo policial de la ciudad de Katowice que se involucró personalmente en el caso y su buen hacer profesional dio frutos. También está la traductora que supo trasladar a este policía la gravedad de la situación. En el milagro también ha colaborado la Guardia Civil, con su entrega y profesionalidad.