El Tribunal Supremo ha confirmado la pena de cinco años de prisióndictada contra un hombre por abusar sexualmente de su hija de manera continuada, cuando esta contaba con seis y siete años de edad, en su domicilio del Port de Pollença. Estos episodios habrían ocurrido en al menos tres ocasiones.

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Palma ya había condenado en septiembre del año pasado a Domingo González Vázquez a cinco años de prisión por un delito continuado de abusos sexuales, con el agravante de parentesco. Ahora el Alto Tribunal ha confirmado esta sentencia en todos sus extremos.

Los hechos por los que el procesado ha sido condenado en sentencia firme a cinco años de prisión tuvieron lugar, en fecha no determinada, cuando la menor contaba entre seis y siete años de edad. Cuando la niña cumplió ocho años, logró parar los tocamientos de su padre.

Estos abusos sexuales a la niña tenían lugar en su domicilio del Port de Pollença, donde el padre residía con su hermana y su madre. Los progenitores se habían separado y la custodia de la menor les correspondía en fines de semana alternos.

El padre aprovechaba los momentos en los que se quedaba a solas con su hija para llevar a cabo tocamientos de la vagina por dentro de la ropa "para satisfacer sus deseos sexuales", según recoge la sentencia. En alguna ocasión, la niña llegó a notar el pene erecto de su padre. Cuando la menor cumplió ocho años, se armó de valor y puso fin a los abusos sexuales de su progenitor.

Confesión de la niña

En uno de los fines de semana que le correspondía a la madre la custodia de su hija, la menor le confesó que había sido víctima de abusos sexuales a manos de su padre. "Mamá, papá a veces me toca mis partes", le desveló, tal y como declaró la progenitora durante la celebración del juicio en la Audiencia Provincial el 10 de julio de 2018.

A raíz de esta confesión espontánea de su hija, la madre, que ejerció la acusación a través de la abogada Margarita Ferrer, denunció los hechos a la Guardia Civil. Expertos del Equipo de Mujer y Menor (Emume) del instituto armado se encargaron de una investigación para esclarecer lo ocurrido. Los determinaron que el testimonio de la niña tenía plena verosimilitud.

También coincidieron en esta apreciación los técnicos de la Unidad de Vigilancia de Abusos Sexuales Infantiles (UVASI) y de la Unidad de Tratamiento de Abusos Sexuales Infantiles (UTASI) del Çonsell de Mallorca. Los especialistas insistieron en la completa credibilidad que les inspiraba el testimonio de la menor.

El Supremo también recoge la apreciación del tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Palma de que el testimonio de la víctima estaba "ausente de móviles espurios". También corroboraron su testimonio al declarar su madre y los dos técnicos de protección de menores que depusieron en la sala. Los especialistas coincidieron en señalar que la niña sentía "mucha vergüenza" y que era compatible con haber sufrido abusos sexuales.

Acusación de la niña

Durante el juicio celebrado el 10 de julio de 2018 en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Palma por abusos sexuales de un padre a su hija se vivieron momentos emotivos. La menor comenzó a sollozar cuando comenzó a prestar declaración, separada de su progenitor por un biombo, y no podía articular palabra. A raíz de este incidente, la presidenta del tribunal ordenó que la vista se celebrara a puerta cerrada mientras la niña tenía el uso de la palabra para insuflarle así una mayor confianza. Los técnicos de protección de menores del Consell de Mallorca, que depusieron en la prueba pericial, no encontraron indicios en la niña de que hubiera sido manipulada por su madre para atacar a su exmarido y le dieron una total verosimilitud.