Durante las primeras tomas de declaración a los miembros de los dos pelotones de la Legión que participaron en el ejercicio de tiro en Agost (Alicante) en el que murió el soldado mallorquín Alejandro Jiménez Cruz, los agentes de la Guardia Civil inciden ya en el estado de los chalecos antifragmentos que portaban. Es el 26 de marzo, apenas un día después de la muerte de Jiménez. Uno de los tenientes interrogados afirma que "el equipo está en perfectas condiciones de uso, tanto los chalecos como el casco balístico, que ha sido asignado recientemente". La pregunta se repite una y otra vez a los distintos legionarios. ¿Por qué no llevaban placas metálicas en los chalecos si estaban realizando un ejercicio con fuego real? La respuesta es invariablemente la misma: porque nunca las llevan. Algunos afirman que saben que estos chalecos tienen fecha de caducidad, aunque nunca lo miran. Otros desconocen ese extremo. Ese material lo suministra el Ejército, dicen. Ellos nunca lo comprueban. Uno de los sargentos, el mismo que posteriormente se comprobó que fue el autor del disparo que mató al joven, llega a manifestar que ha participado en más de 10.000 ejercicios con fuego real en los últimos doce años, y nunca había llevado las placas metálicas.

La insistencia de la Guardia Civil en esta pregunta tenía una justificación. En las primera inspección realizada al chaleco que portaba el legionario fallecido, los investigadores habían comprobado que no había recibido el impacto en una axila, como difundió inicialmente el Ejército en una nota. El disparo le había alcanzado en el pecho y había atravesado el chaleco, que no contaba con las placas metálicas de protección, lo que lo hacía inútil ante un tiro de fusil.

En su segundo interrogatorio, el 2 de abril, el mismo teniente incide en la cuestión de los chalecos: "No he visto nunca que se utilicen en un ejercicio de fuego real. Me consta que hay placas en la compañía, aunque no sé cuántas, pero no en número suficiente para todos".

Sin embargo, en la declaración que presta al día siguiente el capitán de la compañía le contradice: "No tenemos placas en la compañía". Aunque luego rectifica: "Disponemos de placas por el programa 'El Combatiente del Futuro', aunque no es obligatorio su uso".

El chaleco antifragmentos sometido a las pruebas de resistencia.

Pero en la ronda de declaraciones que se toman el 5 de abril surge la sorpresa: en el ejercicio realizado tres días antes, el primero tras la muerte de Alejandro Jiménez, los chalecos llevaban la placa metálica en la parte delantera. La orden había partido del capitán de la compañía. El oficial se dirigió ese día a los soldados y les dijo que no era porque tuviera miedo. "Era para que el caballero legionario Jiménez Cruz los viese desde el cielo y se riera de ellos por llevar más peso". Cada placa pesa unos dos kilos. En cualquier caso, el capitán les dijo que no llevaban placas traseras porque no había bastantes para todos.

Pruebas de resistencia

El pasado 11 de julio el Departamento de Balísica del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil presenta un nuevo informe. El objetivo del estudio era determinar la capacidad de resistencia de las placas metálicas del chaleco a un disparo de las características del que recibió Alejando Jiménez. Para ello testaron un chaleco antifragmentos sin placas, como el que llevaba el legionario mallorquín, y luego la misma pieza a la que habían incorporado dos placas balísticas convencionales, y también con dos placas balístias V1, correspondientes al programa 'El Combatiente del Futuro'.

Los analistas realizaron diversas pruebas de disparo en la galería de tiro de la Dirección General de la Guardia Civil, en Madrid, utilizando un fusil y munición de las mismas características de las utilizadas en el ejercicio de tiro de Agost y a una distancia de quince metros.

Los resultados fueron contundentes: "El chaleco antifragmentos del Ejército de Tierra desprovisto de placas balísticas no es capaz de soportar el impacto del proyectil a una distancia de quince metros, siendo perforado". Por contra, tanto las pruebas realizadas en el chaleco con las placas balística convencionales o las V1 determinaron que, en los dos casos, "soporta el impacto directo del proyectil disparado a una distancia mínima de quince metros".

En el caso de que Alejandro Jiménez hubiera portado cualquiera de las dos placas metálicas, el chaleco hubiera detenido el proyectil.

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  • El legionario mallorquín muerto tenía el chaleco caducado y sin protección antibalas
  • La prueba de balística identificó al autor del tiro

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