El 3 de abril, apenas una semana después de la muerte del legionario mallorquín Alejandro Jiménez Cruz tras recibir un disparo durante un ejercicio de fuego real en el campo de maniobras de Agost (Alicante), un teniente coronel del Ejército firma un informe interno sobre el incidente. "No se puede determinar que hubiera negligencia por parte de ninguno de los ejecutantes, desconociéndose, con la información disponible hasta el momento, el posible origen del fuego causante del accidente".

No fue una explicación satisfactoria para la Guardia Civil. Durante los meses que siguieron, los agentes del Grupo de Homicidios y el Laboratorio de Criminalística de Alicante realizaron ingentes gestiones, que se han plasmado en un informe de más de 1.500 páginas al que ha tenido acceso DIARIO de MALLORCA. Las pesquisas comenzaron con dieciséis investigados, entre los que estaban los once legionarios miembros de los dos pelotones que participaron en las maniobras, sus respectivos sargentos y tenientes, y el capitan jefe de la compañía. Entre las diligencias realizadas se incluyó una ficha antropométrica de cada uno de ellos, que incluía complexión y lateralidad (si eran zurdos o diestros) y el análisis de la posición que cada uno ocupaba durante la reconstrucción de los hechos. Sin embargo, el punto culminante lo aporta el análisis balístico, que permite confirmar que el proyectil que causó la muerte del joven mallorquín salió de un fusil en concreto, catalogado como el 70330. Era el asignado al sargento de su pelotón.

El análisis, realizado por los especialistas del Departamento de Balística adscrito al Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil de Alicante, partió de cinco fragmentos en los que se dividió el proyectil que causó la muerte de Alejandro Jiménez. Estas muestras, catalogadas con los números del 1 al 5, fueron cotejadas minuciosamente con los proyectiles disparados por dieciséis armas, catorce fusiles y dos ametralladoras, que portaban los miembros de los dos pelotones que participaban en el ejercicio en el que murió el joven. Todas estas armas están también numeradas, y cada una estaba asignada a uno de los militares.

Los expertos de balística detallan en su informe que cuatro de los cinco fragmentos del proyectil que causó la muerte a Alejandro Jiménez no se pueden comparar debido a su pequeño tamaño, su deformidad o porque no presentan señales individuales. La clave está en el fragmento etiquetado como número 2, que presentaba unas estrías definidas, comparables a las huellas dactilares humanas. Estas marcas resultaron idénticas a los proyectiles disparados con el fusil catalogado con el número de identificación 70330. Los expertos lo consideran una prueba inequívoca. Es el que estaba asignado al sargento del pelotón de Alejandro Jiménez Cruz.

El fusil catalogado con la numeración 70330, de donde partió el proyectil que alcanzó a Alejandro Jiménez.

Nuevas pruebas científicas se centraron en determnar si se trató de un disparo directo o un rebote. Los especialistas tuvieron en cuenta las características tanto del arma como de los proyectiles, así como la trayectoria que siguió la bala que causó la muerte al joven legionario. Los analistas realizaron diversas pruebas en el campo de tiro y confirmaron que la munición utilizada se fragmenta en cuanto impacta contra un cuerpo. De tratarse de un rebote, Alejandro habría sido alcanzado por una esquirla, no por un proyectil entero, que se dividió después de alcanzarle.

"Guardia baja"

Los analistas descubrieron una marca en la culata del fusil de alejandro. El proyectil rozó el arma del joven antes de alcanzarle. Un estudio del ángulo determinó que el joven ese encontraba en posición de "guardia baja", con la rodilla en tierrra y su fusil apuntando al suelo, cuando fue herido mortalmente. El disparó se hizo desde una distancia de 16,5 metros y en un punto ligeramente más bajo, con una trayectoria ascendente.

Las conclusiones de este nuevo estudio de balística son también contundentes. "El fusil con el número de identificación 70330 se encuentra en eficaz estado de funcionamiento, aunque presenta deficiencias que solo le permiten disparar en tiro semiautomático", es decir, tiro a tiro. "El disparo que provocó el fallecimiento de Alejandro Jiménez fue fruto de un disparo directo y no de un rebote". Por último, se aprecia "una discrepancia en la posición del tirador con respecto a los casquillos recogidos, que implica que o bien la posición del tirador no es la correca o los casquillos han sido modificados de lugar".

Llegados a este punto, los investigadores de la Guardia Civil toman una nueva declaración al sargento del pelotón de Alejandro Jiménez, la tercera , y se le informa del resultado del informe. El suboficial niega una y otra vez que fuera el autor del disparo que causó la muerte del legionario. Admite que disparó durante el ejercicio, aunque no llegó a consumir un cargador entero. "No entiendo el resultado del informe de balística", manifestó. "Yo no fui".

Alejandro Jiménez Cruz, el joven fallecido.