Los hijos de la Paca, la histórica matriarca de Son Banya, firmaron ayer una nueva condena por narcotráfico. Manuela Fernández Cortés, la Guapi, aceptó seis años de cárcel y una multa de un millón de euros y su hermano Francisco, el Ico, acató tres años de prisión por distribuir grandes partidas de cocaína en Son Banya entre los años 2016 y 2017. Junto a ellos fueron sentenciadas otras ocho personas, entre ellas las parejas de ambos hermanos, a penas que oscilan entre los dos y los cinco años de reclusión. La principal prueba de cargo contra los acusados son los más de tres kilos de cocaína que la Policía encontró en un vehículo conducido por la Guapi en los alrededores de Son Banya, con la que iba a abastecer a varios grupos de narcos.

El fiscal y las defensas sellaron un pacto ayer mismo en la Audiencia Provincial. Los diez acusados admitieron su integración en el clan liderado por la Guapi y su novio, un exmilitar. La hija de la Paca dirigía la compra de la cocaína, su distribución, el almacenamiento y el reparto de beneficios. El clan tenía alquilados varios trasteros para esconder la droga y el dinero.

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La Guapi' junto a 'la Bizca', tras ser detenidas con 3,5 kilos de cocaína. GUILLEM BOSCH

La detención y el ingreso en prisión de la Guapi detención y el ingreso en prisión de la Guapien septiembre de 2017 al ser sorprendida con un importante alijo hizo que el Ico y su mujer cogieran el relevo, pese a que aquella seguía dando órdenes desde la cárcel. Varios familiares colaboraban con ellos para mantener en pie el negocio de la droga.

Durante la operación contra el clan llevada a cabo por la Policía Nacional, los agentes registraron varias viviendas. En Palma hallaron drogas y dinero en domicilios de Son Banya controlados por el Ico y su mujer y casi 30.000 euros en inmuebles del polígono de Levante vinculados con otros miembros del clan. La investigación se extendió a Granada, donde residía el novio de la Guapi. En dos fincas de esta ciudad encontraron 139.480 euros, 84 décimos de lotería del año 2017, 2.000 euros en fichas de casino y una pistola detonadora semiautomática modificada para disparar balas.

Los diez procesados desfilaron ante el tribunal de la sección segunda de la Audiencia para admitir estos hechos y aceptar las condenas pactadas con el fiscal por delitos contra la salud pública. La Guapi mostró su conformidad con una pena de seis años y un día de prisión, así como una multa de un millón de euros. Su novio, sentenciado también por tenencia ilícita de armas, se conformó con cinco años de cárcel.

El Ico, por su parte, acató tres años de reclusión y una multa de 17.000 euros, cuyo impago le supondrá otro medio año entre rejas. Su compañera, reincidente en el tráfico de drogas, aceptó cuatro años y medio de prisión.

Los otros miembros de la banda fueron condenados a penas que oscilan entre los dos y los cuatro años de cárcel. En el caso de Isabel Cruz, la Bizca, se considera que su limitada capacidad intelectual la hace manipulable y se acordó su internamiento en un centro especializado.

La Guapi y el Ico están actualmente recluidos en el centro penitenciario de Palma, cumpliendo las condenas de cinco años y medio de cárcel impuestas por el Tribunal Supremo en la sentencia del 'Caso Kabul', la mayor operación antidroga contra el clan de la Paca. El hecho de que este fallo no fuera firme hasta octubre de 2018 hace que no se les aplique ahora la agravante de reincidencia, ya que los hechos juzgados son anteriores. Tras la vista en la que acataron esta nueva condena, los dos hermanos fueron trasladados de nuevo por la Policía Nacional a la prisión de Palma.

"Pido que me ayudéis"

El Ico se echó a llorar ayer ante el tribunal que lo condenó. "Tengo tres hijos. Mi mujer está en tercer grado. No entiendo por qué estamos aquí, pido que me ayudéis", dijo el hijo de la Paca. El Ico, que se cubrió el rostro con una braga ante la presencia de los reporteros gráficos, se mostró contrariado por tener que abonar una multa: "Yo no tengo 17.000 euros, estoy aquí por la cara". Además, tuvo un rifirrafe con la Guapi: "Tú no eres nadie para decirme que me siente", le espetó.