El restaurante estaba a punto de echar el cierre, pero lleno de clientes apurando platos de comida mexicana. Una mujer entró en el establecimiento, en pleno centro de Palma. Llevaba una maleta y se dirigió a dos trabajadores. "Llevo una bomba", les espetó. Para certificar su amenaza, mostró el contenido del bulto: una caja negra con cables. Aquello parecía real. Desde el local alertaron a la Policía y seis patrullas acudieron a toda prisa al establecimiento. Medio centenar de personas fueron desalojadas a toda prisa y la zona quedó acordonada en mitad de una gran tensión. Las fuerzas de seguridad acabaron comprobando que el artefacto era en realidad una batería. La mujer acaba de ser condenada ahora a pagar 484 euros de multa por un delito de desórdenes públicos.

Ocurrió en pleno puente de Todos los Santos, el pasado 2 de noviembre de 2018, en el restaurante Taco Bell, un local de comida rápida recién inaugurado. Era un viernes, poco antes de la una de la madrugada. La mujer, una boliviana de 40 años que estaba en España de manera irregular, entró en el restaurante y fue directa hacia el gerente y una empleada. "Llevo una bomba en la maleta", les dijo.

Por si las palabras no les inquietaban lo suficiente, la mujer exhibió lo que llevaba dentro de la maleta. Era una caja negra de la que salían varios cables. Los dos trabajadores, intentando no generar demasiado pánico entre los 35 clientes que cenaban en el restaurante, consiguieron ponerse en contacto con los servicios de emergencias.

El despliegue de medios fue inmediato. Tres patrullas del Cuerpo Nacional de Policía y otras tantas de la Policía Local de Palma corrieron hacia el lugar. Los doce agentes aplicaron a rajatabla los protocolos de seguridad. Desalojaron a los 35 comensales y trabajadores del Taco Bell y acordonaron la zona, donde se generó un importante revuelo.

Bomba de aire

La inquietud no se disipó hasta que los especialistas analizaron el contenido de la maleta. El artefacto fue inspeccionado minuciosamente hasta conseguir descartar que se tratara de un artefacto explosivo. Era una bomba, sí, pero de aire. Un aparato eléctrico con batería que se utiliza como inflador. Tras estas comprobaciones, la situación en la plaza de España volvió poco a poco a la normalidad. La mujer que había provocado aquel revuelo fue trasladada a comisaría. Los agentes elaboraron un informe sobre lo ocurrido y un juzgado de instrucción de Palma abrió un procedimiento contra la acusada.

La fiscalía acusó a la sospechosa de un delito de desórdenes públicos, por el que reclamó una condena de seis meses de prisión. El juicio por estos hechos se celebró hace unas semanas en Vía Alemania. La mujer compareció en un juzgado de lo penal y admitió los hechos después de que su abogado y la fiscal alcanzaran un acuerdo de conformidad.

El pacto rebajó la condena. La procesada se declaró culpable y acabó aceptando pagar una multa de 484 euros por ese mismo delito, mostrándose conforme con ella en su comparecencia ante el juez. El magistrado dictó sentencia a viva voz.