Cuentan quienes han luchado durante años contra ellos que la Paca y los suyos que no sabían qué hacer con tanto dinero ganado con la droga. Un negocio abierto las 24 horas del día, los 365 días del año y libre de impuestos. La matriarca del clan, Francisca Cortés Picazo amasó millones de euros a los que intentó buscar una salida o un escondite seguro. Tras un primera investigación por blanqueo que le arrebató varios bienes, quiso afinar el método. Empezó a utilizar testaferros para hacerse con parcelas, viviendas, negocios y vehículos y guardó enterrados bajo hormigón más de 4 millones de euros y siete kilos de joyas fruto del narcotráfico. Pero ha vuelto a fracasar, condenada de nuevo por blanqueo y despojada, al menos en parte, de su imperio.

La mujer selló el jueves, junto a la decena de testaferros a los que utilizó, un acuerdo con la fiscalía. Aceptó tres años y tres meses de prisión y una multa de 12 millones de euros. El pacto incluye sustituir el pago de la sanción por tres meses más de cárcel y el decomiso de todos los bienes incautados. La Paca parecía satisfecha con el trato; salió de la Audiencia con una sonrisa de oreja a oreja.

Nacida hace 64 años, Francisca Cortés Picazo empezó a ganar dinero a espuertas con la venta de droga en Son Banya a principios de los 90. En el año 2000 le vio las orejas al lobo judicial, cuando empezó a investigarse el ya notable patrimonio del clan. La Audiencia Provincial condenó a la matriarca y sus allegados por blanqueo, les impuso multas y decomisó diversos bienes comprados con dinero de la droga.

La traficante optó entonces por esconder mejor sus ganancias ilícitas utilizando testaferros, tanto familiares suyos como empresarios, para realizar varias operaciones entre 2000 y 2009. Entre ellas, el pago de los 108.000 euros de la multa que la Audiencia le impuso por el blanqueo. Para abonarla de forma aparentemente legal simuló que un empresario de la construcción le había prestado el dinero.

Fincas y viviendas

Buena parte de sus inversiones fueron inmobiliarias. Compró una casa de 154 metros cuadrados en la calle Sant Leandre de Son Gotleu, en Palma. La Paca no aparecía en los papeles, pero acudió a la notaría para formalizar la adquisición y entregó a la vendedora 23 millones de pesetas en billetes que llevaba en una bolsa. Se hizo por 14 millones de pesetas, también abonados en metálico, con un inmueble de 185 metros en La Soledad, gastó otros nueve millones en una finca de 133 metros en Marratxí que luego cedió a la pareja que le limpiaba sus inmuebles y pagó 96.000 euros por un piso de 136 metros en Son Cladera.

El dinero de la droga sirvió también para que 'La Paca' adquiriera una finca de dos hectáreas dedicada al cultivo de almendros en Llucmajor o el bar del campo de fútbol del Ferriolense, por cuyo traspaso desembolsó 120.000 euros. La matriarca diversificó el negocio con el alquiler de dos naves en el polígono de Son Castelló, que reformó para montar una discoteca. Las obras costaron 98.000 euros y el empresario que las llevó a cabo ha sido también condenado. La traficante compró además un Volkswagen Touareg por 40.000 euros.

En estas operaciones jugó un papel fundamental Lourdes M.B., una valenciana de 57 años con antecedentes por prostitución que se convirtió en su mano derecha. La Paca le confió sus secretos y la utilizó como contablela utilizó como contable durante años. Fue su principal testaferro, la persona que gestionaba y ponía su nombre a las compras de la matriarca. Esta mujer no solo actuaba de escudo en las operaciones inmobiliarias -en las que también participaron su hija y su yerno-, sino que se encargaba de la economía diaria, siempre con los beneficios del narcotráfico. Ingresaba dinero en el peculio de la prisión para los gastos de los familiares y allegados encarcelados, pagaba a la pareja que limpiaba las viviendas de la Paca, abonaba los suministros de luz y agua e incluso se encargaba del reparto de los beneficios entre los miembros del clan.

Pero a pesar del dinero invertido en propiedades, Francisca Cortés Picazo tenía su propio banco. Un tesoro escondido bajo tierra, en el subsuelo de su casa en Son Banya descubierto por la Policía en septiembre de 2009. Para entonces la Paca estaba entre rejas por la 'Operación Kabul', la mayor investigación antidroga contra ella y los suyos que acabó costándole cinco años y medio de reclusión. Los agentes irrumpieron en el poblado con maquinaria pesada y empezaron a excavar. Sabían perfectamente a lo que iban.

En un almacén anexo a la vivienda de la matriarca encontraron, debajo de una gruesa capa de hormigón, cinco cajas de plástico llenas de dinero. Los agentes tardaron días en contarlo. Había 4,3 millones de euros y parte de los billetes estaban ya podridos. En la vivienda de la Paca se encontraron otros 385.610 euros.

Beethoven, el perro de la traficante, custodiaba otro gran secreto. Debajo de su caseta los investigadores hallaron una caja con miles de joyas. Pesaban en total siete kilos y medio y la mayoría habían sido entregadas por consumidores de drogas a cambio de su dosis. Muchas procedían de robos y atracos cometidos en toda la isla durante décadas. Entre las alhajas intervenidas estaban las de un miembro del clan de Los Benabad, la familia que trató de desbancar a la Paca, que en 2008 sufrió un violento asalto cuando dos hombres armados con un machete y una pistola irrumpieron en su casa y la desvalijaron. La Policía logró identificar a 60 víctimas de estos robos que identificaron las joyas como suyas.

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