Había dejado a aquella anciana tirada en el suelo tras derribarla de un fuerte empujón y robarle el bolso en el casco antiguo de Palma. El atracador corrió hasta su casa. Estaba a salvo, pero la culpa empezó a carcomerlo. Tanto, que cogió el teléfono y llamó a la Policía para que fueran a detenerlo. Entregó el botín -128 euros y un móvil- y confesó. Además de dos atenuantes, el delincuente se ganó la indulgencia de la víctima. "Soy cristiana y le he perdonado", dijo en el juicio la mujer, que sufrió fracturas y esguinces en el violento robo. "Lo siento, me sabe muy mal todo el daño ocasionado", lamentó el acusado. El hombre aceptó una condena de dos años de prisión, que no cumplirá si no vuelve a delinquir, y se comprometió a indemnizar a la anciana con 5.700 euros.

Al acusado, de 44 años, no le constaban antecedentes penales. Cometió su primer delito el 18 de mayo de 2018, cuando a las once de la mañana se fijó en una anciana de 80 años que caminaba sola por la calle Volta de la Mercè. Algo le llevó a querer apropiarse del bolso que llevaba la mujer. Así que se acercó a ella por sorpresa y sin mediar palabra le dio un fuerte empujón.

La víctima cayó al suelo y el atracador empezó a tirar de su bolso. La anciana trató de evitar el robo, pero el delincuente logró romper el asa y echó a correr. Varios testigos auxiliaron a la mujer, que no podía levantarse y se quejaba de fuertes dolores. No era para menos. La caída le había provocado una fractura en la pelvis y un esguince en el hombro. Tuvo que ser trasladada en ambulancia a un centro médico.

Mientras, el ladrón consiguió llegar a su casa con el bolso de la víctima. Dentro había, además de documentos y efectos personales, 128 euros en metálico y un teléfono móvil. Su primer robo le había salido bien. Pero no estaba nada satisfecho. Arrepentido por lo que acaba de hacer, el hombre llamó por teléfono a la Policía. Al agente que lo atendió le dijo que había cometido un atraco y le pidió que fueran a detenerlo. Y así fue. Una patrulla acudió entonces a su domicilio, donde el delincuente entregó todas las pertenencias de la víctima y fue arrestado. Ya en comisaría, confesó sin ambages y al día siguiente fue puesto en libertad. La anciana tuvo que someterse a un tratamiento rehabilitador durante algo más de seis meses por las lesiones sufridas en el atraco, pero no le han quedado secuelas.

Tras las investigaciones llevadas a cabo por un juzgado de instrucción de Palma, la fiscalía solicitó tres años de prisión para el acusado por delitos de robo con violencia y lesiones. La anciana decidió contratar a un abogado para que ejerciera la acusación particular en el procedimiento judicial.

Pero al arrepentimiento del atracador le siguió la indulgencia de la víctima. La anciana no quiso hacer demasiada sangre y acabó dando su visto bueno a un pacto de conformidad. Los dos esperaron sentados en el mismo banco a que se celebrara el juicio.

En la sala, el acusado se declaró autor de los dos delitos y aceptó dos años de cárcel, ya que se le apreciaron las atenuantes de confesión y reparación del daño. No entrará en prisión si indemniza con 5.700 euros a la anciana y no comete más delitos en un plazo de cinco años. "Lo siento, me sabe muy mal todo el daño causado", dijo tras conformarse con esta condena.

La magistrada dictó la sentencia e hizo pasar entonces a la víctima y los dos policías citados como testigos para explicarles que el caso se había cerrado con un acuerdo. "Me parece muy bien. Soy cristiana y le he perdonado", replicó la perjudicada a la jueza.