Esposado, vestido con una camiseta azul del monstruo de las galletas de Barrio Sésamo y la mirada perdida tras unas gafas. Así, cruzó el pasillo que comunica los calabozos con la sala de vistas. El monitor del colegio Sant Agustí de Palma acusado de abusar de cinco alumnos de once años en 2016 y 2018 se sentó ayer en el banquillo. La Audiencia Provincial inició el juicio a puerta cerrada contra el antiguo portero de la escuela.

El sospechoso, que lleva en prisión provisional desde hace más de un año, reconoció parcialmente los hechos ante el tribunal de la sección primera. El joven se mostró arrepentido y llegó a pedir perdón, si bien matizó alguno de los episodios de los tocamientos que realizó a los niños y se excusó alegando que no era consciente de que lo que hacía estaba mal. En el juzgado de instrucción ya admitió algunos de los abusos y en esa ocasión minimizó su responsabilidad descartando que actuara con ánimo libidinoso.

El monitor de catequesis y actividades extraescolares incurrió en contradicciones e incoherencias y trató de restar gravedad a su comportamiento. Mientras, los padres de los niños perjudicados confirmaron que sus hijos les relataron que habían sufrido tocamientos íntimos en la escuela.

La fiscalía reclama penas que suman 31 años de prisión para el encausado por delitos de abusos sexuales, trato degradante y pornografía infantil, ya que presuntamente también grababa a los menores con la excusa de realizar un vídeo sobre el 125 aniversario del colegio palmesano.

En el momento de filmar a los alumnos, también aprovechaba para someterlos a tocamientos íntimos, según la acusación pública. Cuando la Policía Nacional registró su domicilio el pasado 28 de mayo de 2018, se incautó de numeroso material informático con archivos pedófilos. Los agentes lograron recuperar hasta 83 archivos de contenido sexual que previamente habían sido eliminados. Seis de ellos eran vídeos en los que aparecía un niño desnudándose y que era abusado por el sospechoso, según el ministerio fiscal.

Las filmaciones fueron exhibidas ayer en el juicio y el acusado apartó la vista. No quiso mirar. Según su versión, grabó a un menor por error porque se dejó la cámara de vídeo en funcionamiento. Luego, al percatarse de que lo había filmado, enseguida borró el vídeo, según mantuvo. El sospechoso explicó que había tocado a algún niño y a otro lo rozó.

El joven trabajaba como portero del colegio desde al menos 2015. También desempeñaba otras funciones como monitor de actividades religiosas y extraescolares como teatro y ayudaba en el comedor. Desde el curso escolar 2015- 2016 impartió catequesis a alumnos de sexto de primaria, quienes tenían once y doce años, y realizó actividades extraescolares de lunes a jueves al mediodía en las instalaciones del centro educativo. Según los educadores de la escuela, nunca causó ningún problema.

El muchacho mantenía una relación muy cercana con los alumnos, cuya confianza se fue ganando hasta el punto de que le tenían aprecio y algunos lo consideraban como un amigo. Aprovechando esta situación de confianza y camaradería, unida a la diferencia de edad existente, el acusado habría abusado de cinco menores.

La fiscal también solicita 26.000 euros en indemnizaciones por el perjuicio psicológico y el daño moral ocasionado a las cinco víctimas. El tribunal acordó la celebración del juicio a puerta cerrada con el fin de preservar la indemnidad de las víctimas, atendiendo a su edad, y debido al contenido de las grabaciones que atentan a su dignidad. La sala también decidió que los alumnos tendrán que declarar durante la vista oral por videoconferencia.

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