Los padres y sus dos hijos de corta edad, un niño de tres años y un bebé recién nacido de tan solo veinte días, fueron desalojados ayer de su vivienda en La Soledat tras declararse un incendio en el segundo piso. La familia fue atendida en Son Llàtzer y se descartó que hubiera sufrido una intoxicación. Horas después fueron dadas de alta y regresaron al hogar. Una sobrecarga eléctrica al conectar un patinete y varios elementos a una regleta se perfila como posible causa del incendio.

Los hechos ocurrieron sobre las seis menos cuarto de la mañana en un segundo piso situado en el número siete de la calle Caritat, en el barrio palmesano de La Soledat. Un estallido dejó el inmueble envuelto en llamas en apenas unos minutos.

Los residentes en la vivienda de la segunda planta se despertaron abruptamente. Mientras, la familia que habitaba el piso superior quedó atrapada en el domicilio, sin escapatoria, mientras una cortina de humo ascendía hacia ella.

"Oí una explosión y me desperté"

"Escuché una explosión. Me desperté sobresaltado. Al ver fuego en la casa de enfrente avisé de inmediato al teléfono de emergencias", explicó ayer Francisco González. Este vecino de la cercana calle Ferriol dio la voz de alarma.

Varias dotaciones de Bombers de Palma, -una autoescalera, una autobomba, un coche de mando y un vehículo con los equipos de respiración autónoma- se movilizaron rápidamente hasta el lugar del siniestro.

El incendio se había apoderado rápidamente de la vivienda del segundo piso. El progenitor salió rápidamente a la calle con una bombona de butano. La dejó en casa de un vecino ante el temor de que el fuego pudiera provocar una explosión.

Las labores de extinción se prolongaron durante algo más de una hora y media. La importante carga de fuego acumulada en el inmueble hizo que quedara devastado por las llamas. De hecho hizo temer incluso por el estado de la estructura de la vivienda.

Sobre las siete y media de la mañana, los bomberos consideraron que el incendio se encontraba completamente extinguido. A continuación regresaron al parque central de Son Malferit. Ante los temores de que la estructura estuviera dañada, quedó cerrada a la espera de la llegada del arquitecto municipal.

Al cabo de unas horas, la familia que reside en el tercer piso pudo regresar a su domicilio. Un profundo olor a quemado impregnaba la escalera del edificio de la calle Caritat.

"Estuvimos esperando arriba hasta que los bomberos nos dijeron que ya podíamos bajar sin peligro", apuntó el cabeza de familia nada más regresar al inmueble. "He abierto las ventanas para que se vaya algo el olor. Al principio no se podía estar", indicó . Sus dos hijos no habían sufrido daños en el incendio. El niño de tres años correteaba nervioso de una habitación a otra mientras su madre preparaba la comida. Su hermano pequeño recién nacido tampoco había resultado afectado.