Elena Aliño entró en un bazar chino de Palma y tuvieron que sacarla de allí los bomberos. El dependiente echó el cierre sin percatarse de que la clienta, embarazada de dos meses, y su perro se quedaban dentro. Pasaron dos horas a oscuras, sin ventilación y con un calor de mil demonios. "Fue muy agobiante y estresante. Tuve miedo de pasarme toda la noche encerrada allí", explicaba ayer la afectada, que critica que la Policía Local frenara la intervención de los bomberos mientras intentaba localizar al responsable del negocio o el dueño del local. "Fue una situación surrealista", considera.

La mujer, de 34 años, salió el martes a dar un paseo con su mascota, un bichón maltés de tres meses llamado Toby, y poco antes de las nueve de la noche entró en 'todo a cien', en el número 38 de la calle 31 de diciembre. "Iba a comprar una cosa para el perro. Le pregunté al chico de la caja si estaba abierto, pero no me contestó. Había más gente y entré", recuerda Aliño. La mujer y el can acabaron en el fondo del local, donde están los productos para mascotas. "A los diez minutos se apagaron las luces y todo se quedó completamente a oscuras. Pensé que era un apagón y empezó a preguntar, pero nadie contestó. Cogí el móvil para alumbrarme y fui a la entrada. Me di cuenta de que la barrera estaba cerrada", explica.

Los primeros momentos fueron de temor e incertidumbre. "No sabía si en la tienda había alguien más o si el chico había cerrado para hacerme algo. Pasé un poco de miedo", confiesa la afectada. Acabó dándose cuenta de que el joven había echado el cierre con puntualidad británica, a las nueve de la noche, y se había ido a su casa.

"Menos mal que llevaba el móvil y pude avisar de lo que me pasaba. Si no, no sé que habría pasado... Hacía un calor horrible y todo estaba oscuro. El perro se asustó y empezó a ponerse nervioso. Pegaba unos gritos, pobrecillo...", rememora Aliño.

Lo primero que hizo fue llamar al 091, la central de emergencias de la Policía Nacional, para explicar su situación. "Luego me llamaron del 112 y los bomberos y avisé a mi madre y mi marido, que vinieron al sitio con mi hermana".

Una dotación de los Bombers de Palma y una patrulla de la Policía Local llegaron al lugar "en media hora". Pero, según cuentan la afectada y los familiares que la esperaban fuera, los agentes decidieron hacer gestiones para evitar que los bomberos abrieran la puerta a la brava. "Primero intentaron localizar al chino para que volviera. Me pidieron que buscara algún teléfono de contacto en el ordenador y el mostrador de la tienda, pero no vi nada. Llegaron a plantearse llamar al propietario del local, que vive en un pueblo", explica la mujer.

La angustia crecía con el paso de los minutos. Los allegados a la afectada recriminaron a los policías que actuaran con tantos miramientos, mientras los bomberos esperaban instrucciones frente al bazar. "Decían que había que seguir un protocolo. Era surrealista", reprocha la perjudicada.

Finalmente, tras dos horas de cautiverio, se optó por una solución expeditiva. Los bomberos abrieron un agujero en la puerta metálica y liberaron a la mujer y el perro. "Salí empapada en sudor. Muy acalorada, agobiada y con ansiedad", asegura Aliño, que no precisó asistencia médica. Ahora, se plantea presentar una reclamación por daños y perjuicios y tiene clara una cosa: "No creo que vuelva a entrar en un bazar de estos en una temporada".

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