Los padres de la pequeña Naia, la niña de cinco años que murió el 24 de mayo en el colegio La Salle de Palma después de ingerir presuntamente un helado, han tenido una iniciativa encomiable: solidarizarse con los niños de Tanzania. En su funeral, oficiado el 30 de mayo, los asistentes llevaron más de 200 peluches en recuerdo de la pequeña. Al verlos apilados, surgió una idea solidaria. Óscar Sánchez, amigo del padre, le propuso la iniciativa a Miguel y a Yurena, los progenitores de la menor. Ellos se sumaron sin vacilar. La funeraria Nueva Vida Mallorca contactó con la Fundación Escribano y pusieron en marcha el proyecto. Los padres de Naia han embalado los más de 200 peluches donados por familiares y amigos y el próximo 8 de agosto volarán a Tanzania, donde los repartirán en cinco aldeas y colaborarán con los menores más desfavorecidos del pueblo tanzano. "Naia va a ayudar desde el cielo a los niños tanzanos", subraya Yurena, la madre, ilusionada con el proyecto.

Los padres de Naia, Miguel y Yurema, empaquetan peluches con destino a Tanzania.

Dormido al volante

Agentes de la Policía Local de Palma encontraron el pasado domingo a las cinco de la madrugada un coche en mitad de la calzada en la plaza Miquel Dolç, en Son Gotleu. El conductor estaba durmiendo plácidamente en su interior. El hombre regresaba a su casa tras una noche de fiesta y le venció el sueño cuando se detuvo en un semáforo en rojo. Los policías le despertaron para someterle a un control de alcoholemia. Dio positivo, con una tasa de 1,0, cuatro veces mayor de la permitida e incurrió en un delito contra la seguridad vial. Debería comparecer a un juicio rápido. Los agentes le permitieron marcharse a dormir la mona a su casa. Eso sí, a pie porque el coche quedó intervenido.

Un mal día

La semana pasada el conductor de un camión tuvo un mal día. Circulaba por Vía Alemania, en Palma, cuando golpeó con la caja de su vehículo contra una gran rama de uno de los árboles de la acera. Sufrió grandes daños y quedó atascado, con la rama clavada en la parte superior. La cosa no acabó ahí. Una patrulla de la Policía Local acudió al lugar poco después para realizar el parte del accidente. Al examinar los documentos del vehículo comprobaron que no tenía el seguro en regla. El conductor tendrá que pagar la reparación y la multa. Un bus de la EMT ya quedó encajado en el mismo sitio.

Plus por llevar toga

Hace unos días, una mujer de unos 60 años esperaba sentada en un banco de los pasillos de los juzgados de Vía Alemania, en Palma. Tras observar el ir y venir de abogados que entraban y salían de una sala de juicios con las togas puestas, se dirigió a uno de ellos y le preguntó: "¿Niño, tenéis que llevar siempre estas túnicas negras?" El joven letrado le respondió afirmativamente. "Pues os podrían pagar un plus porque con el calor que hace y llevar esto puesto encima...", le replicó.

Un esperado beso y abrazo

La misma mujer esperó pacientemente a que la Policía Nacional subiera a un joven preso desde los calabozos. Era su hijo. La señora pidió a los agentes si podía darle un beso y un abrazo. Los policías le dieron permiso y ella se fundió en un largo abrazo con él. El joven no pudo evitar romper a llorar. Su madre, satisfecha tras el breve encuentro, dio las gracias a los agentes y se marchó del edificio de Vía Alemania sin esperar el desenlace del juicio.

¿A su edad a la cárcel?

El pasado jueves, un septuagenario fue condenado a dos años de cárcel por pegar fuego a casi 600 balas de paja en dos fincas en Llucmajor. La jueza le informó de que no ingresaría en prisión, al suspenderle la pena con la condición de que no volviera a delinquir. Le advirtió de que no cometiera ningún otro delito. "A su edad no querrá ir a la cárcel, ¿no?", le preguntó. "Ese día se me cruzaron los cables", admitió.

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