La unidad de Medio Ambiente, acompañada por la Policía de Sant Antoni, en Eivissa, pudo comprobar que en uno de los locales el limitador no funcionaba correctamente ya que, pese a la obligación de mantener la música por debajo de 65 decibelios, en ese momento se registraban 98 db. En otro de los locales, el limitador debía estar calibrado para cortar la música a 58 db, pero en el momento de la inspección se superaban los 93.