Un juzgado de Palma ha procesado a dos profesores del colegio Madre Alberta y a un taxista por el atropello mortal de una alumna de 14 años cuando realizaba una prueba de orientación en los alrededores de la escuela a finales de abril de 2017. La magistrada que instruye el caso ha decidido que continúe el procedimiento contra los tres sospechosos por homicidio imprudente. La jueza señala que existen indicios de que los hechos podrían constituir un homicidio por imprudencia grave para el maestro que daba la salida a los menores en la actividad de orientación y también para el conductor del taxi que arrolló a la niña. Por su parte, al segundo docente, que diseñó y planificó la prueba, lo procesa por imprudencia menos grave.

El auto judicial es muy crítico con la actuación de los profesores. Según destaca la magistrada, ambos investigados ignoraron "las más elementales normas de seguridad en el diseño de la actividad de orientación" que estaba aprobada por el colegio Madre Alberta, y de cuyo trazado "en ningún momento se avisó a los padres". Tampoco se informó del punto en que debía comenzar, ni del lugar al que debían regresar, ni de que ello incluía cruzar la calle, con mucho tráfico en horario escolar, en dos ocasiones.

La jueza ha procesado a los tres sospechosos basándose en el contenido del atestado de la Policía Local de Palma, las declaraciones de los testigos, declaraciones de los investigados y los documentos aportados.

El juzgado de instrucción ha dado la razón a las tesis planteadas por los abogados de la acusación particular, Manuel Ponce y Daniel Castro, en representación de los padres de la niña fallecida. El fiscal también se adhirió a sus argumentos y al final pidió que los dos maestros y el taxista fueran procesados. Ahora, deberán solicitar la apertura de juicio oral y realizar sus escritos de acusación.

Según la resolución judicial, de lo actuado se desprende que los dos profesores diseñaron una actividad de orientación en un bosque cerca del colegio. Uno de los maestros daba la salida a los alumnos, que debían cruzar la calle Miquel Lladó Oliver.

El diseño de la prueba se realizó ignorando las más esenciales normas de seguridad que debieran estar presentes a la hora de planificar una actividad escolar fuera del colegio, según la jueza, ya que en vez de elegir un lugar dentro del bosque para comenzar, lo que habría eliminado cualquier peligro de tráfico rodado, se decidió empezar en la calle Miquel Lladó. Además, no se optó por la acera junto al bosque, sino la contraria, a unos cien metros de un paso de cebra, lo que obligaba a los escolares a cruzar la calzada. Y tampoco se tuvo en cuenta que el 26 de abril de 2017 había un camión aparcado en ese tramo, que dificultaba la visibilidad.

Pese al peligro existente, un maestro daba la salida a los menores de tercero de la ESO cada dos minutos. Miraba si venían vehículos y les acompañaba hasta la mitad de la calzada. Según la juez, el docente fue relajando las escasas medidas de seguridad y dejó de acompañarlos. Cuando fue el turno de la víctima, le dio la salida haciendo un gesto para que avanzara. En ese momento, salió la niña y un taxi la atropelló. El conductor no moderó la velocidad, pese a que un camión le tapaba la visibilidad e iba a 64 km/h cuando arrolló a la menor, quien un mes después murió en el hospital.

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