Una cámara grabó al pirómano encarcelado anteayer quemando contenedores en las inmediaciones de la calle Aragón de Palma. Además, al menos en otras tres ocasiones fue captado en los alrededores de los lugares donde se declararon los fuegos. Este fue uno de los principales argumentos que esgrimió el juez de guardia para ordenar su ingreso en prisión con una fianza de 100.000 euros.

El magistrado fundamentó la decisión de ordenar el ingreso en prisión por un presunto delito continuado de incendio en el riesgo de fuga y de reiteración delictiva. No obstante, este presunto incendiario, asistido por el letrado Josep Perelló, es el primer encarcelado por prender fuego a los contenedores, de los cuatro arrestados hasta el momento, sobre el que se impone una caución.

La participación de este incendiario se considera acreditada al prender fuego a 36 contenedores, 11 vehículos y a fachadas de los edificios. El montante de los daños causados se calcula hasta el momento en 76.000 euros.

Un mechero en cada mano

El 'modus operandi' de este pirómano para prender fuego consistía en introducir la mano con un mechero por el agujero del depósito. Siempre escogía preferentemente el contenedor amarillo para tratar de iniciar las llamas. El incendiario portaba un encendedor en cada mano. Si uno le fallaba, utilizaba el otro.

Este hombre de 58 años, española, vecino de la zona y sin antecedentes policiales, justificó sus reiterados actos vandálicos en una suerte de venganza contra la Policía Local. Así, aseguró que agentes de este cuerpo le habían multado por llevar el perro suelto por la calle. Esta sanción desencadenó en él unos deseos de revancha que canalizó prendiendo fuego a los contenedores.

Por su parte, el inspector jefe del Grupo de Atracos de la Policía Nacional Eduardo Pérez, responsable de la investigación, hizo hincapié en que el presunto pirómano "se mostró arrepentido y se derrumbó" en el momento de su arresto, aunque en los interrogatorios en comisaría y el juzgado se acogió a su derecho a no declarar. El sospechoso se reconoció como no fumador. A pesar de ello, portaba en sus bolsillos tres encendedores. Además, en su domicilio encontraron numerosas pastillas para iniciar los fuegos en las barbacoas.

Al parecer, este hombre se encontraba en tratamiento médico, con medicación, por un problema psiquiátrico. La multa que le habían impuesto por llevar a su perro sin atar, supuestamente, le obsesionó.

El incendiario siempre actuaba en las inmediaciones de la calle Aragón. En algunas ocasiones, si no había conseguido prender fuego al contenedor la primera vez, no tenía reparos en volver a ese mismo lugar horas después. Casi siempre se desplazaba andando del escenario de una fechoría al de la siguiente.

"Llevamos unos meses detrás de él y era el principal sospechoso", explicó el inspector jefe Pérez. "Le detuvimos cuando vimos cómo quemaba los contenedores", indicó.

El dispositivo policial nocturno establecido por la Policía Nacional y de la Policía Local para tratar de atrapar al incendiario más activo de los capturados hasta el momento le señaló a él. "Siempre aparecía en el plano los días y las horas en los que había un fuego en los contenedores", destacó el jefe de la investigación. No obstante reconoce que no es el único. "Sabemos que hay más", indicó el investigador.

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