La rápida reacción de policías y bomberos ha evitado que el pirómano se saliera con la suya. El incendiario ha vuelto esta mañana, a primera hora, al mismo escenario donde el pasado domingo ya quemó una batería de depósitos: el número uno de la calle Mariàn Aguiló. La veloz respuesta ha conseguido evitar que ardieran.

El pirómano ha elegido ahora cometer las fechorías a plena luz del día. Hoy ha intentado incendiar los contenedores, situados en el número uno de la calle Mariàn Aguiló, sobre las ocho menos cuarto de la mañana. No ha logrado su propósito esta vez. Si lo consiguió el pasado domingo, cuando los depósitos ardieron sobre las seis de la tarde.

"Siempre empieza por el contenedor amarillo", ha indicado un vecino de dicha calle. "Empieza a salir humo y, al cabo de un rato, sale una llamarada. Sobre todo cuando se hunde la tapa", ha explicado este residente. En esta ocasión, el fuego ha sido sofocado cuando el humo negro asomaba por el depósito.

Los vecinos también sospechan que el pirómano utiliza algún retardante para darle tiempo a escapar del lugar sin ser detectado. "La elección del contenedor amarillo no parece casual. Si utilizara la del papel ardería demasiado rápido y en la de vidrio no prendería", ha apuntado el residente.

El pasado domingo las llamas estuvieron a punto de alcanzar un balcón del primer piso de dicha calle. De hecho se quedaron a unos pocos centímetros de distancia. Por fortuna el viento no sopló en esos instantes y el fuego no llegó a alcanzar la fachada.

El cambio de la noche por el día para prender fuego a los contenedores tampoco parece una elección gratuita. Así, el incendiario esquiva el dispositivo nocturno compuesto por Policía Nacional y la Policía Local al perpetrar las fechorías. Escoge la luz del día, cuando los agentes ya han cambiado el turno, aunque suponga más peligro para los transeúntes y asuma, en principio, más riesgo de ser descubierto.