Persecución de película de madrugada a toda velocidad desde s'Arenal hasta la carretera de Cap Blanc. "Fue una locura, conducía de manera kamikaze, cogió dos rotondas en sentido contrario, recorrió parte de la carretera de Cap Blanc por el carril contrario y luego se puso hacer zigzag. Nos pusimos en paralelo con el coche patrulla, él nos miraba a los ojos y hacía caso omiso. Pensé que nos matábamos, nos golpeó cuatro veces lateralmente para sacarnos de la vía". Un policía local de Palmarecordó este miércoles al mediodía, todavía angustiado, cómo temió por su vida y por la de su compañero cuando perseguían a un conductor kamikaze ebrio el pasado 6 de septiembre de 2016.

El acusado, de 53 años, fue juzgado este miércoles en Palma por conducción temeraria, atentado a la autoridad y lesiones. La alocada persecución acabó cuando el hombre se estrelló frontalmente contra otro coche que circulaba correctamente por su carril y trataba de apartarse al arcén. El sospechoso, que fue detenido y casi cuadruplicó la tasa máxima permitida de alcohol en sangre, causó tres heridos, entre ellos los dos policías locales que le persiguieron. "Gracias a Dios no mató a nadie, podía haber sido una catástrofe", aseguró otro agente.

La fiscalía solicita para el kamikaze penas que suman siete años y ocho meses de prisión, mientras que las acusaciones particulares reclaman catorce años y medio de cárcel.

El encausado guardó silencio hoy en la vista oral. No respondió a ninguna pregunta. En cambio, los agentes perjudicados efectuaron un detallado relato prácticamente idéntico sobre lo ocurrido el 6 de septiembre de 2016, a las seis menos cuarto de la mañana.

Un guardia civil recalcó que el conductor dio positivo en alcohol y que posteriormente le reconoció que no tenía pensado parar porque había bebido y había visto a los policías. Según su versión, al final no pudieron determinar la velocidad a la que iba el sospechoso.

Los agentes explicaron que el hombre circulaba con un potente Mercedes a 80 o 90 kilómetros por hora en el casco urbano, incluso en primera línea de mar en s'Arenal donde la velocidad máxima permitida son 20 kilómetros por hora, y a 120 o 130 kilómetros por hora en una carretera limitada a 90.

"Iba a una velocidad altísima. Nuestro coche no daba para más. El suyo corría más que el nuestro, era un Mercedes. El nuestro, un Citroën C4, no le podía dar alcance. Recortábamos distancia cuando giraba por las calles", explicó un policía local de Palma.

Los agentes descubrieron al sospechoso cuando patrullaban por la calle Trasimeno, en s'Arenal. "Dio marcha atrás y golpeó a un coche estacionado que casi vuelca. Realizaba maniobras anómalas, se subió a la acera en dos ocasiones. Por eso, activamos los rotativos luminosos y acústicos para darle el alto. El conductor hizo caso omiso y giró por la calle Amílcar y fue por la primera línea de playa. Le adelantamos, le dijimos que parara y él dio marcha atrás y huyó por otra calle. En una ocasión, me llegué a apear del vehículo, me acerqué a él, pero emprendió la huida por la calle Lisboa y Cartago. Nos pusimos en paralelo y se fugó hacia Llucmajor. Puso en peligro a los usuarios de la vía. Era verano y había gente en esa zona de marcha. Conducía de manera kamikaze", apuntó uno de los policías.

"Luego, cogió la carretera de Cap Blanc (MA-6014), nos pusimos en paralelo y él nos golpeaba y nos mandaba al otro carril. Junto a él viajaba una mujer que hacía aspavientos y gritaba pidiéndole que parara. Fue una situación muy angustiosa. Era una vía muy oscura y a esa hora bajaban bastantes vehículos por el carril contrario. A nosotros nos embistió cuatro veces lateralmente y dos veces por detrás. Al final, se chocó con un coche que venía de frente. Mi compañero lo detuvo, estaba muy excitado y bastante agresivo, con síntomas de haber bebido alcohol. Él gritaba que era diabético, que no iba a soplar, que no le tocáramos y que le matáramos si queríamos. Yo fui a asistir al otro conductor, pensaba que lo había matado. El hombre salió a gatas del coche", añadió.

Los policías tuvieron que pedir apoyo por radio a otros compañeros y a otros cuerpos ante el peligro que suponía un kamikaze al volante por la carretera. Además de las lesiones físicas, ambos resultaron afectados psicológicamente. "En 18 años de policía nunca había visto un deprecio a la vida como este señor. Me miró a los ojos y me intentó sacar de la carretera varias veces. Lo he pasado mal, he estado en tratamiento con medicación", subrayó uno de los agentes perjudicados.

El otro conductor herido recordó que el coche del acusado iba "a toda pastilla, a más de cien kilómetros por hora y que invadió el carril contrario". Según su versión, al verlo venir, se echó al arcén. "Se chocó contra mí. Salí a cuatro patas por la puerta del copiloto", agregó.