Era grande, de unos dos metros de altura, y muy corpulento, pero el comentario que se repite al recordarle es el de "un trozo de pan". La noticia del fallecimiento del legionario mallorquín Alejandro Jiménez Cruz, de 22 años, tras recibir un disparo accidental durante unas maniobras en Alicante, ha causado una profunda consternación en el Rugby Club Ponent, donde jugó desde los catorce años hasta que se alistó, y donde había entrenado a las categorías infantiles.

En el club le conocían como "Jota". Entró a los catorce años y estuvo jugando hasta hace poco más de un año, cuando se alistó en la Legión. Sus compañeros y directivos del equipo recuerdan que siempre había querido ser militar, vocación que heredó de su padre, piloto de helicópteros.

En el equipo jugaba de primera línea, "los más corpulentos, los que van al choque", explican desde el club. Un buen jugador, con un físico acorde, grande y corpulento. Pero en contraste, todos le recuerdan como un buen chico, siempre dispuesto a ayuda a todo el que le necesitara. Durante sus últimos años en el club compaginó el juego con las funciones de entrenador en las categorías infantiles, donde dio muestras de carisma. En un torneo que tenían que jugar los niños en Valencia hace un par de años, explicó que no podía ir porque tenía un examen. Los chicos se negaron a jugar si él no viajaba con ellos y le hicieron cambiar de decisión. Ganaron el torneo.

Cuando decidió alistarse tuvo que someterse a un estricta dieta para perder peso y superar las exigentes pruebas físicas de la Legión, pero lo logró. Ingresó en el Tercio Don Juan de Austria, con base en Almería

Este lunes perdió la vida al recibir un disparo accidental durante unas maniobras en la localidad alicantina de Agost.

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