La convocatoria de elecciones generales ha dejado en un segundo término algunas de las reivindicaciones planteadas esta semana ante el periodo de interinidad al que se enfrenta el Gobierno.

El martes, representantes de UGT y de sindicatos policiales denunciaban que la carestía de la vida en Balears, y en especial los elevados alquileres, están teniendo una consecuencia directa en la seguridad. Eivissa y Menorca son los últimos destinos elegidos por los policías y guardias civiles cuando salen de la academia, según destacaron el pasado martes representantes sindicales de los dos cuerpos. Los agentes que vienen finalmente destinados a Balears lo hacen porque no tienen otra opción. Y por lo general aguantan un par de años aquí, y en cuanto pueden piden un cambio de destino. Los sindicalistas estiman en unos 20 millones lo que costaría mejorar los complementos por insularidad para lograr cambiar esta dinámica, lo que es pecata minuta en los presupuestos del Estado. Pero es un tema que quedará aparcado sin resolver.

Reunión en Porreres

Al día siguiente se celebró la Junta de Seguridad del Ayuntamiento de Porreres. Se trataba de una primera toma de contacto de la alcaldesa con la delegada del Gobierno, aunque Rosario Sánchez no pudo asistir y estuvo representada por el secretario general de Delegación, Ramón Morey. También estuvieron el jefe de la Policía Local y la jefa de Protección Civil de Porreres y el capitán de la Guardia Civil de Manacor. Los representantes municipales solicitaron una mayor presencia de la Guardia Civil en el municipio y mayores dotaciones para el cuartel de Vilafranca. Otra petición que queda aparcada ante las elecciones.

Miedo al rescate

Hace unos días los grupos de montaña de Bombers de Mallorca y de la Guardia Civil participaron en un laborioso rescate de un grupo de jóvenes escaladores checos en sa Gubia. Los alpinistas habían quedado atrapados y no podían ascender ni descender por sus propios medios. El rescate fue harto complicado. La noche se había echado encima y la misión de salvamento en esta pared de Bunyola era muy compleja y se prolongó durante casi cinco horas. Sin embargo, lo que llamó poderosamente la atención es que los servicios de rescate fueron mirados con sumo recelo por los montañeros. El motivo era muy prosaico: tenían miedo de que les cobraran el desplazamiento de los efectivos para socorrerlos. Al comunicarles que era gratis, los jóvenes checos les agradecieron infinitamente que vinieran a por ellos.

La Paca, voluntaria

La matriarca más popular de Son Banya, 'La Paca', que actualmente disfruta del tercer grado penitenciario, está mostrando una faceta hasta ahora desconocida. 'La Paca' está realizando un voluntariado en un barrio de Palma. La mujer se ha caracterizado por su buen comportamiento en prisión, en especial, en la enfermería del centro penitenciario. También ha colaborado activamente en la pastoral penitenciaria.

Huesos en Cala Pi

Hace unos días, aparecieron unos huesos en un paraje de Cala Pi, en Llucmajor. La Guardia Civil se movilizó por si se trataba de restos humanos. Un médico forense también acudió a la zona y, allí mismo, confirmó que en realidad eran huesos de un animal. Los restos eran de un perro, por lo que se dio por acabada la investigación.

Final feliz

Un perrito deambulaba el pasado domingo perdido por una carretera de Cala Sant Vicenç. Los ocupantes de un vehículo que acertaron a pasar por el lugar se percataron de la situación del can y lo subieron al turismo. A continuación, los benefactores depositaron el animal en el cuartel de la Policía Local de Pollença. Los agentes colgaron la foto del animal en las redes sociales y se lo entregaron al Centro de Protección de Animales Domésticos (Cepad) de Santa Eugènia para que se hiciera cargo de él. Al ver a su mascota, la dueña acudió al cuartel de la Policía Local el lunes y, cuando le dijeron dónde se encontraba, recuperó a su perro.

Un testigo enchufado

Un anciano de 85 años compareció esta semana como testigo en un juicio en la Audiencia Provincial. El hombre tuvo que esperar una hora para declarar y cuando entró en la sala lamentó la demora. El magistrado le explicó que había tenido suerte: le habían colado en la lista de testigos debido a su avanzada edad. "Tiene usted enchufe", le dijo.

Madre e hijo unidos

Esta semana una madre ha sido juzgada en la Audiencia de Palma por abusar sexualmente de su hijo discapacitado cuando este tenía once y doce años. En esa época, el menor se hallaba en un centro de acogida. Ahora, que ya es mayor de edad, el joven convive con su madre. El primer día del juicio, el muchacho se retractó y negó los abusos sexuales. Acto seguido, se sentó al lado de su progenitora en el banquillo de los acusados. Una funcionaria le indicó que ahí no podía estar, por lo que se sentó detrás de ella. Madre e hijo permanecieron muy unidos tanto dentro como fuera de la sala.

Mala memoria

En un juicio por tráfico de drogas, dos testigos estuvieron a punto de acabar acusados. Ambos negaron haber comprado drogas en una peluquería, pero la fiscal les mostró sus propias declaraciones en el juzgado de instrucción en la que admitían haberlo hecho. El magistrado les recordó varias veces que estaban bajo juramento. Acabaron rectificando.

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