¿Chollo o estafa? La compra de una casa de 230 metros cuadrados en primera línea del Molinar por 200.000 euros acabó ayer en los tribunales. La pareja que compró el inmueble a un anciano en 2011, cuando su valor de mercado era de 1,7 millones, se enfrenta a penas de entre cinco y ocho años de prisión por aprovechar que el dueño, vecino suyo, padecía alzhéimer. De hecho, fue incapacitado unos meses después y la venta quedó anulada en un proceso civil. Los acusados insisten en la limpieza de la operación: fue el anciano quien se la ofreció y puso el precio, sin apreciar ningún deterioro en sus facultades. "No era ninguna ganga. Nunca hemos engañado ni quitado nada a nadie", sentenciaron ayer en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial. Cuatro médicos discreparon en la vista sobre si el hombre, de 69 años entonces, estaba en sus cabales cuando les vendió la casa.

El inmueble de la discordia es una planta baja, en la esquina de las calles Vicari Joaquim Fuster y Moragues. El acusado explicó que el anciano, soltero y sin hijos, era vecino suyo y hermano de un amigo. Tenían relación desde hacía tiempo y solía ir a su casa para hacerle arreglos, según dijo. "Se quería deshacer de todo su patrimonio. Era comodón, no quería problemas", explicó el sospechoso, que ya le había comprado un coche y un piso. "Me ofreció la casa y me pidió 200.000 euros. No lo vi ningún negocio, era en plena crisis económica y él se quedaba el usufructo", señaló. La operación culminó en octubre de 2011, un mes después de que el anciano otorgara al acusado un poder general. "Nunca le vi ningún problema. En ningún momento he engañado a nadie", afirmó respecto al estado mental del anciano en aquella época.

Su mujer incidió en que el dueño les ofreció la casa y que incluso tardaron unos meses en adquirirla porque en ese momento no tenían liquidez. "Para mí no era una ganga. Nunca le hemos quitado nada a nadie", insistió la acusada.

La operación inmobiliaria levantó las sospechas de una allegada del anciano en cuestión de horas. La mujer contó que llevó al hombre al banco para hacer un trámite y ahí se enteró de que acababa de vender el inmueble. "Él se puso muy nervioso. No recordaba haber vendido nada ni a quién. Estaba deshecho, me dijo que no podía ser, que esa casa era de sus antepasados... Nos fuimos enseguida al notario", contó la testigo. Según dijo, en aquella época el hombre ya daba muestras de tener problemas mentales. "Estaba días sin cambiarse de ropa, iba sucio...", contó.

El caso llegó primero a la jurisdicción civil. Una semana después de vender la casa, un médico le diagnosticó alzhéimer y el anciano fue incapacitado en octubre de 2012. La Audiencia Provincial acabó anulando la operación inmobiliaria, después de que un arquitecto tasara la finca en 1,7 millones de euros. Aquella sentencia concluyó que el hombre no era dueño de sus actos cuando se deshizo del edificio por ocho veces menos de su valor real. La vivienda fue vendida hace algo más de dos años por 1,3 millones.

Testigos y médicos no se pusieron ayer de acuerdo sobre el estado mental del hombre en aquella época. "Estaba perfecto de la cabeza. Me sorprendió mucho que lo incapacitaran", dijo un primo suyo. "Lo vi completamente capaz", señaló el oficial de la notaría donde se cerró la venta de la casa a los procesados. Dos facultativos que lo examinaron aseguraron que presentaba una "demencia incipiente", que le convertía en una persona "manipulable" y "fácil de engañar", pero otros dos expertos, peritos de la defensa, apuntaron que los síntomas eran leves y solo apreciables por médicos o personas muy allegadas.

La fiscalía mantiene su petición de cinco años de prisión por estafa agravada para el hombre que compró la casa al anciano. La acusación particular implica también a su mujer y reclama sendas condenas de ocho años de cárcel. El abogado defensor, por su parte, sostiene que la pareja no se aprovechó de la enfermedad del hombre para comprarle la casa y reclama su absolución. El caso quedó visto para sentencia.