Tres indigentes se dieron un atracón de pulpo y chuletón, regado con cuatro botellas de vino y rematado con chupitos en un restaurante de Palma. La cuenta fue de casi 200 euros, pero no pensaban pagarla. Y la cosa acabó como el rosario de la aurora. Dieron puñetazos a un camarero, mordieron a un policía y lesionaron a otro. Dos de los acusados acabaron detenidos por estafa y atentado y lesiones. El otro huyó.

Los hechos ocurrieron el pasado miércoles a mediodía en un restaurante gallego de las Avenidas. Tres usuarios del centro de acogida Ca l'Ardiaca decidieron darse un homenaje. Pidieron un plato de pulpo como entrante y chuletón para los tres como plato principal. Además, se bebieron cuatro botellas de vino de la casa y, para rematar el banquete, unos chupitos de licor.

Cuando el camarero dejó la cuenta en su mesa, le dijeron que no pensaban pagarla, según explicó después el trabajador. Eran en total 188 euros. La tensión fue creciendo hasta que el empleado y los tres comensales acabaron en la calle, al tiempo que desde el restaurante alertaban de lo ocurrido a la Policía Local de Palma.

El primer agente que llegó al lugar fue testigo de cómo uno de los indigentes propinaba un puñetazo al camarero. El policía se interpuso y acabó llevándose un mordisco en brazo. El funcionario pidió refuerzos y otra patrulla se desplazó al restaurante. Los acusados atacaron también a este agente, que sufrió lesiones en un dedo de la mano. Los dos afectados precisaron asistencia médica.

Dos de los indigentes acabaron siendo detenidos, pero otro consiguió escapar a la carrera. Los sospechosos fueron trasladados al cuartel de Sant Ferran, acusados de estafa, atentado a agentes de la autoridad y lesiones. Uno de los arrestados pidió un habeas corpus al entender que su detención era ilegal, pero el juez no se lo concedió.

Ambos fueron puestos ayer por la mañana a disposición del juzgado de instrucción número 12 de Palma, que se encontraba en funciones de guardia. Los dos sospechosos declararon a lo largo de la mañana ante el magistrado, que a mediodía decretó su puesta en libertad. Uno de ellos aseguró que sí iba a pagar la comida con una tarjeta de crédito.