Le desfiguró la cara y, además, le estafó casi un millón de euros. Una esteticista que fue condenada a finales de 2018 en Palma por intrusismo y por negligencia profesional por un delito de lesiones por imprudencia grave por haber desfigurado el rostro a una clienta alemana tras someterla a varios tratamientos de belleza de rejuvenecimiento facial entre 2007 y 2010 en Eivissa, Alemania y Santa Ponça sin tener la titulación necesaria, ahora ha sido sentenciada de nuevo por un gran fraude a la misma víctima.

La Audiencia de Palma ha condenado a dos años de prisión a la sospechosa por una estafa agravada por haber defraudado 850.000 euros a la misma clienta a la que dejó con severas secuelas tras los tratamientos de estética. La acusada convenció a la víctima debido a la confianza y la amistad que les unía para que financiara un negocio de cosméticos que había creado con la promesa de obtener unos suculentos beneficios.

La perjudicada aportó 850.000 euros, capital que debía ser reintegrado a partir del 1 de enero de 2011, con el objetivo de lanzar al mercado internacional esta nueva línea de cosméticos de la que le hablaron maravillas. De hecho, la esteticista, que fue inhabilitada durante dos años y medio para ejercer cualquier profesión relacionada con la estética, si bien esta primera sentencia aún no es firme, trató de impresionarla diciendo que estos productos estaban funcionando con gran éxito en Arabia Saudí gracias al apoyo de la familia real saudí y en especial a uno de sus miembros, la princesa Alanaud.

Además, la sospechosa manifestó a la clienta que la propia princesa Alanaud estaba muy interesada en promover la internacionalización de la nueva línea de cosméticos e incluso les había ofrecido aportar el capital inicial necesario, pero no querían depender económicamente de ella.

En contacto con grandes firmas

En su relato, la encausada hizo creer también a la víctima que estaba en tratos con prestigiosas y conocidas firmas internacionales como L'Oréal, Harrods, galerías Lafayette... Así, logró que ella financiase el negocio con la expectativa de conseguir cuantiosos beneficios que luego se iban a repartir. Pero la realidad fue otra. Tras entregar cerca de un millón de euros, la perjudicada no supo nada más del dinero. La acusada no le reintegró la suma, como habían estipulado por contrato, ni le informó del destino de los fondos ni si habían sido invertidos. Se benefició de los 850.000 euros aportados por la denunciante aparentando un negocio inexistente, en el que nunca invirtió ese dinero.

Ayer por la mañana, la estafadora confesó los hechos ante el tribunal de la sección segunda en la Audiencia Provincial. La esteticista se declaró autora responsable de un delito de estafa agravada. La mujer aceptó una pena de dos años de cárcel, una multa de seis meses con una cuota diaria de dos euros y también el pago de una indemnización de 850.000 euros para la perjudicada, quien no asistió al juicio debido a su delicado estado de salud.

Mientras, el marido de la víctima, sentado en el banco del público, siguió la vista oral con atención. La acusación particular retiró los cargos contra la hija de la esteticista, que también se sentó en el banquillo de los acusados y que fue absuelta de su responsabilidad penal, pero deberá responder como responsable civil subsidiario pagando la compensación con su madre de 850.000 euros. La joven también figuraba como una de las administradoras de la sociedad que se utilizó para llevar a cabo el fraude.

La víctima conoció a la esteticista entre finales de 2007 y principios de 2008 cuando acudió a un centro de estética en Eivissa para hacerse un tratamiento de belleza. A partir de esas fechas, empezó a someterse a varios tratamientos de rejuvenecimiento facial que se llevaron a cabo en múltiples sesiones y en distintos lugares como en los domicilios de la acusada y de la clienta. Durante ese largo periodo de tiempo, ambas mujeres entablaron una amistad y una relación de confianza.

Éxito en Arabia Saudí

A partir de 2009, la esteticista relató a la clienta que estaba lanzando una línea de cosméticos que funcionaba con gran éxito en Arabia Saudí, ya que contaban con el apoyo de la familia real saudí y de la princesa Alanaud.

Así, convenció a la perjudicada, valiéndose de su amistad, y la engañó para que financiase el negocio de introducir en el mercado internacional estos productos cosméticos con la promesa de obtener grandes beneficios que luego se repartirían. Por ello, la víctima suscribió una serie de contratos con una sociedad de la acusada en los que puso a su disposición 850.000 euros, que nunca le fueron devueltos.

CONTENIDO_RELACIONADO

  • Condenada una esteticista por desfigurar la cara a una mujer en Calvià

FIN_CONTENIDO_RELACIONADO