Una mujer fue juzgada este martes al mediodía en Palma por dos delitos de maltrato animal por presuntamente envenenar dos perros de su vecina en sa Pobla, que finalmente murieron con apenas diez días de diferencia a mediados de 2016.

La acusada, de mediana edad, negó los hechos en rotundo. "Nunca he tirado veneno. Nunca he escuchado a sus perros. Yo tengo un perro también", recalcó la mujer. "No tengo veneno en casa. Nunca lo he tenido", manifestó. En el turno de la última palabra insistió: "No tengo nada que ver yo con estas cosas".

Según su versión, cuando baja o sube por una escalera de la terraza de su casa ve una parte del patio trasero del domicilio de la vecina afectada. Según indicó, desde la vivienda de otro vecino también da a ese corral. Además, hay un callejón trasero por el que pasa gente y suelen jugar niños y jóvenes, añadió la denunciada.

Tanto la fiscalía como el abogado defensor solicitan la libre absolución al considerar que no hay pruebas suficientes que acrediten que los dos perros murieron intoxicados con veneno matarratas y matacaracoles, ya que los veterinarios no lo han podido corroborar ni tampoco las necropsias lo han confirmado. Además, tampoco hay ningún testigo que haya visto a la vecina tirando veneno a los perros de la casa cercana. Y pudo ser otra persona desde otro punto la que arrojara el producto tóxico, según mantuvo la defensa.

Mientras, la abogada de la acusación particular pidió tres años de prisión, un año y medio por cada delito de maltrato animal, al argumentar que solo esta vecina tenía acceso al patio interior de la perjudicada, propietaria de los dos canes, y que los veterinarios han destacado que había una alta compatibilidad de que los dos animales hubieran fallecido por envenenamiento.

La dueña de los perros declaró que no tenía ninguna relación con su vecina. Según recordó, primero, una perrita suya tuvo problemas respiratorios y por eso la llevó al veterinario. El especialista le extrajo líquido y, al verlo, le dijo que el animal podía haber tomado veneno. La mujer se sorprendió. En un par de días, la llevaron a una clínica, donde le dieron un antídoto para el veneno y le hicieron transfusiones de sangre. "Todo lo que le hicieron era por envenenamiento. A las doce menos cuarto de la noche nos llamaron informándonos de que había muerto", explicó la perjudicada.

"La perra siempre estaba en el patio trasero de casa. La única persona que tiene acceso ahí es esta vecina. Desde el callejón de atrás es imposible llegar y en la otra casa no había nadie porque hacían reformas. El veterinario nos recomendó hacer una necropsia, todos los indicios indicaban que parecía un envenenamiento", aseguró la mujer.

"A los diez días, al volver a casa del trabajo me encontré al otro perrito, el macho, muerto. Estaba pegado a la puerta de la lavandería con vómitos y un olor a diarrea muy característico de envenenamiento. Llamé a la veterinaria. Me dijo que olía como cuando son envenenados. Este tipo de veneno suele ser fulminante. La veterinaria me dijo que parecía un envenenamiento. Por eso, se hizo también la necropsia. No fue concluyente la prueba porque el organismo puede llegar a absorber el veneno. Yo no vi nunca a la acusada lanzar el veneno", añadió la denunciante.

"En mi casa he encontrado pan y mierda dentro de la piscina. Ahora, tengo otra perrita adoptada y tengo miedo de que no coja nada en el patio y por eso siempre salgo con ella. Una vecina me dijo que hace mucho tiempo murió otro perro de una forma parecida", subrayó la mujer.

Una de las veterinarias que practicó la necropsia indicó que pensaron que podía haber sido envenenado el perro con un producto matacaracoles porque la muerte fue muy rápida. "Lo ideal es ver los síntomas del perro cuando está vivo. Al abrirlo, no encontramos nada dentro del estómago. Es posible que lo hubiera absorbido o que lo hubiera vomitado. No encontramos ningún resto en el organismo y también puede ser que la causa de la muerte del perro fuera otra", explicó la especialista.

Su colega, que se desplazó a la casa de la afectada en sa Pobla en mayo de 2016 cuando fue alertada de que el perro había fallecido, detalló que detectó una diarrea mucosa con un olor muy característico que los veterinarios relacionan con una intoxicación con matacaracoles. "Hicimos la necropsia y no encontramos nada. Habían pasado ya unas horas. Según mi experiencia, creo que pudo morir por una intoxicación pero no puedo demostrarlo, es una percepción", reconoció la especialista.

Otro veterinario que trató la primera perra que murió indicó que el animal llegó a la clínica en mal estado, con problemas respiratorios. "Era compatible con la ingesta de matarratas. Hicimos transfusiones, le dimos un antídoto, pero no se pudo hacer nada más. Su muerte era altamente compatible con haber ingerido matarratas. Era poco probable que fuera por otra causa. Falleció desangrada. En los perros nos encontramos con bastante frecuencia con estos casos", apuntó el profesional. El juicio quedó finalmente visto para sentencia.