Conmoción y consternación se han instalado desde el pasado viernes en el número 5 de la calle Arquitecto Gaspar Bennàssar de Palma. Pocos residentes podían ayer dar crédito a que uno de sus vecinos, Rafael Pantoja, fuera detenido la tarde del viernes por el brutal asesinato a cuchilladas de Sacramento Roca, Sacri, mientras ella estaba trabajando de cajera en Conforama. "Era un lobo con piel de cordero", lo definió uno de los vecinos

Los investigadores registraron la tarde del sábado el inmueble donde habían convivido Rafael Pantoja y Sacri hasta el pasado 13 de octubre, en la calle Arquitecto Gaspar Bennàssar. La puerta precintada en el sexto primero atestiguaba la diligencia policial.

Nadie en el vecindario podía ayer asimilar que Rafael Pantoja pudiera ser el autor de un crimen tan sumamente execrable. Máxime cuando habían visto a la pareja en un ambiente aparentemente apacible durante un año.

"No escuché nunca ninguna discusión. Me quedé muy consternado al conocer la noticia. Parecía una persona normal, agradable y hasta noble. Las palabras que lo definen es un lobo con la piel de cordero", recalcó Igor García.

"Coincidía con él y venía con ella de Conforama. Daba la impresión de que era una pareja que estaba bien. El viernes vi en el móvil a la chica en la página web de DIARIO de MALLORCA y luego a él, como el presunto autor del crimen, y no me lo podía creer", abundó.

"Él siempre estaba con una sonrisa en la cara. Me consternó y me entristeció muchísimo. Algo muy fuerte le paso por la cabeza", indicó. Su pesar también iba dirigido hacia Sacri. "Siento mucho lo de la chica. Ha sido brutal", recalcó Igor.

Esta opinión era extensiva a otros residentes en el número 5 de la calle Arquitecto Gaspar Bennàssar. La inmensa mayoría de los residentes no había apreciado nada en el comportamiento de Pantoja y en su relación con Sacri que hiciera vislumbrar que pudiera desembocar en el horrible cismen machista cometido el pasado viernes en Conforama.

Los continuos ruidos de madrugada, procedentes de su domicilio en la sexta planta era la mayor de las quejas. Nadie acertaba a explicarse a qué respondían. "Todas las noches estaban moviendo muebles. Empezaban a las once de la noche y seguían a veces hasta las dos de la mañana", indicó Antònia Arbona.

Versiones contrapuestas

Tomeu Pizà también hizo mención a estos inexplicables estruendos nocturnos, como si arrastran muebles, y sobre los que no encontraban explicación alguna. "El se levantaba temprano porque trabajaba como vigilante, pero todas las noches había esos ruidos", indicó.

Las opiniones de los residentes en el inmueble del número 5 de la calle Arquitecto Gaspar Bennàssar contrastaba con la de los opiniones de vecinos del barrio del Vivero. Allí residía Sacri cuando decidió poner fin a la relación y él no era precisamente bien recibido por los residentes.

Su catalogación de él era completamente antagónica a las del otro edificio, como si se refirieran a otra persona. "Era un chulo. No saludaba a nadie y a ella la acosaba a ella constantemente. La amenazaba y la tenía atemorizada", indicó una vecina.