De igual manera que hay personas que se crecen ante la adversidad, hay instituciones que exhiben su fortaleza ante los desastres. Testigos que han presenciado desde cerca la evolución de los trabajos de búsqueda y auxilio tras la catástrofe de Sant Llorenç destacan especialmente el trabajo de la Guardia Civil y la Unidad Militar de Emergencias (UME), que a lo largo de las últimas dos semanas han desplegado toda su impresionante maquinaria en ayuda de los afectados por la riada. Todo ello sin menospreciar la enorme entrega de Bombers, Policías, Protección Civil, la Dirección General de Emergencias y los numerosos voluntarios anónimos que acudieron a echar una mano de forma totalmente altruista.

Colofón del coronel Barceló

Era la última semana en activo del coronel Jaime Barceló, que se jubiló el pasado martes. Y la pasó enterita en Sant Llorenç, de la mañana a la noche, dirigiendo el enorme despliegue que la Guardia Civil puso en marcha desde el primer momento. "La Guardia Civil ha estado aquí desde el minuto cero", comentaría unos días después. En su voz se notaba aún la adrenalina. Ese fatídico martes, sobre las ocho de la tarde, cuando las primeras patrullas que llegan al pueblo alertan de la magnitud del desastre, la movilización fue total. Todas las patrullas de servicio y todos los agentes de guardia, incluidos grupos de investigación antidroga o de homicidios. Todos a Sant Llorenç, aunque muchos desconocían lo que se iban a encontrar. En esas primeras cuatro horas, entre las ocho y las doce de la noche, rescataron a 250 personas, algunas subidas a árboles o al capó de coches. Y luego vino un exahustivo control para confirmar el estado de unos 300 desaparecidos que había esa primera noche y la revisión de todas la casas afectadas. Todo el operativo, mantenido a lo largo de diez días, ha obligado a retrasar la comida de despedida de Barceló y a eliminar una serie de actos previstos, como la formación de los agentes en el patio el día de su salida. Aunque probablemente el mejor homenaje que le han hecho ha sido el trabajo desplegado en Sant Llorenç.

Orantos, al pie del cañón

Barceló no ha sido el único en dar ejemplo. Su sustituto desde este martes, el teniente coronel Antonio Orantos, ha permanecido también todos estos días en la zona del desastre. Algunos le han visto regular el tráfico en Sant Llorenç e informar a los automovilistas de las restricciones en la circulación por los daños en la carretera. Igual que el jefe de la Guardia Civil de Tráfico, el comandante José Domingo, o el capitán del puesto de Manacor, que fue visto acarreando bolsas de plástico cargadas con efectos recuperados entre el barro. Y junto a ellos, los más de 1.000 agentes que han echado el resto durante todos estos días. La catástrofe ha servido para mostrar toda la potencia de las distintas unidades: las patrullas de seguridad ciudadana, los GRS, el GREIM, los buzos del GEAS, la Policía Judicial, Tráfico... Toda una demostración de fuerza contra la adversidad. Y toda una lección de imagen. El equipo de prensa de la Guardia Civil, formado por el cabo Francisco Molina y el guardia Antonio Montalvo, han estado allí de la mañana a la noche. Molina siempre permanecía detrás de la consellera Catalina Cladera o del director general de Emergencias Pere Perelló cuando daban sus ruedas de prensa, y cuando acababan aportaba los datos de que disponía de la Guardia Civil. Dos partes diarios y un excelente trabajo informativo.

La UME trabaja de noche

Y junto a la Guardia Civil, la UME ha realizado toda una demostración de fuerza. Los cerca de doscientos soldados desplegados en la zona del desastre se han comportado como lo que son: profesionales contra el desastre. Los militares desplegaron sus máquinas excavadoras y eran los únicos que trabajaban de noche. Instalaron potentes focos, bombas de achique y, repartidos en turnos, mantuvieron día y noche los trabajos de limpieza con picos y palas, retiraron escombros y buscaron a los desaparecidos.

Promesa doble

Acudir como testigo a un juicio no suele ser plato de buen gusto. Es habitual que quienes declaran en las vistas muestren cierto nerviosismo. Hace unos días, una magistrada indicó a un ciudadano sus obligaciones como testigo. "¿Jura o promete decir la verdad?", le preguntó la jueza. El testigo levantó la mano derecha y, de forma solemne, proclamó: "Juro prometer la verdad".

Un testigo vehemente

También están los que acuden a los juicios con demasiadas ganas. En la misma vista, otro testigo reaccionó enfurecido contra los denunciantes. Se giró hacia ellos, los señaló y los acusó. "¡Fueron estos dos tipos!", gritó. Concluida su declaración y cuando ya abandonaba la sala, los miró y profirió graves insultos hacia ellos.

Un bulto sospechoso

El martes por la tarde, varias llamadas alertaron a los servicios de emergencias por la presencia de un bulto en la costa del Port de Sóller. Algunos testigos indicaron que podría tratarse del cadáver de una persona. La Policía Local se movilizó de inmediato y una embarcación navegó hasta el lugar indicado. Resultó ser una falsa alarma: era un colchón.