La jueza ha citado a declarar como imputado al hombre de 56 años cuya nieta de 10 meses fue hallada muerta en agosto tras pasar ocho horas encerrada en su coche en Manacor. El abuelo comparecerá a mediados de noviembre en calidad de investigado por un delito de homicidio imprudente, para aclarar en qué circunstancias dejó a su nieta en el vehículo y qué hizo hasta que él mismo halló el cuerpo sin vida de la niña. Según declaró inicialmente, debía llevar a la víctima a la guardería pero olvidó hacerlo y no fue consciente de lo ocurrido hasta que su hijo le llamó extrañado por la tarde al no encontrar a la bebé en la escoleta. La magistrada ha llamado también a varios testigos, entre ellos el padre de la pequeña.

La titular del juzgado de instrucción número 1 de la capital del Llevant ha tomado esta decisión tras analizar el atestado elaborado por la Policía Nacional. Los agentes arrestaron al sospechoso el mismo día de los hechos, al apreciar indicios de un posible delito de homicidio por imprudencia. El abuelo prestó declaración ante los investigadores de la Policía Judicial, que decidieron dejarlo en libertad y remitir sus pesquisas al juzgado.

Se olvidó de ella

El acusado ha explicado que a primera hora de la mañana del 10 de agosto fue a recoger a su nieta al domicilio de su hijo, en Son Macià, para llevarla en coche a una guardería de Manacor. No era la primera vez que se encargaba de ella.

Cuando llegaron a la localidad, hacia las siete de la mañana, el hombre aparcó su turismo en la calle s'Hort des Cabré, junto a la Rambla del Rei en Jaume. Al parecer, la bebé estaba en ese momento dormida en la silla. El abuelo sostiene que se apeó y fue a tomar un café a un bar cercano y se olvidó por completo de la niña. Durante la mañana estuvo haciendo varias gestiones en Manacor y después regresó a su domicilio, situado muy cerca del lugar donde había aparcado el automóvil.

La pequeña estuvo encerrada en el vehículo durante unas ocho horas. Hacia las cuatro de la tarde, los padres de la pequeña fueron a buscarla a la guardería y descubrieron que no estaba allí. Llamaron entonces al abuelo para preguntarle por ella y el hombre bajó corriendo a su coche, donde la encontró ya muerta. La autopsia confirmó que había sufrido un golpe de calor al pasar varias horas encerrada en el turismo, con las ventanillas subidas en pleno mes de agosto.

El abuelo no tiene diagnosticada ninguna enfermedad que afecte a sus capacidades mentales, según han explicado fuentes conocedoras del caso. Solo toma medicamentos desde que hace unos años padeció un infarto, pero sigue llevando una vida normal y trabaja.