Una pareja alemana convirtió su finca de Llucmajor en el mayor criadero ilegal de tortugas altamente protegidas de Europa, con las que luego comerciaba a nivel mundial. Hasta 1.145 ejemplares de 62 especies distintas, entre las que se encontraban 14 en situación crítica de extinción, fueron intervenidas en su residencia junto con 750 huevos. La Guardia Civil les detuvo por delitos relativos a la flora y a la fauna silvestre, contrabando de especies protegidas y blanqueo de capitales. También fue arrestado el dueño de una tienda de fauna exótica de Barcelona que efectuaría la labor de 'tapadera' del negocio.

Los primeros movimientos de esta pareja datan del año 2009. Fue entonces cuando se le denunció por estar en posesión de animales exóticos sin los correspondientes papeles en regla. Sin embargo, la pista se les perdió y se desconocía su paradero.

En febrero del pasado año fue interceptado en Son Sant Joan un envío de diversos ejemplares de tortugas Coahuila protegidas. Los ejemplares no se correspondían con lo que figuraba en la documentación. También eran ficticios el remitente y el destinatario.

A partir de este instante, el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil de Balears activó la denominada 'Operación Cohauila'. Las pesquisas iniciadas para localizar a los responsables del envío condujeron hasta una finca de Llucmajor, situada junto a la carretera a Campos.

El resultado del registro, en colaboración con la Fundación Natura Parc y apoyo de técnicos del Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES) fue "mayor de los esperado", indicó ayer el teniente del Seprona en Balears Pedro García en rueda de prensa.

Las instalaciones albergaban 1.145 tortugas correspondientes a 62 especies protegidas. Entre estas había 14 que se encuentran en situación crítica de extinción. Una de las más apreciadas eran las tortugas de caja (Cuora sp) consideradas en altísimo riesgo.

El valor que alcanzaba estos especímenes en el mercado negro era de tal envergadura que por una pareja de tortugas reproductoras se podrían pagar hasta 60.000 euros. En aras del negocio, la pareja que explotaba este criadero, e ingresó en prisión por estos hechos, había conseguido que ejemplares de todo el mundo se adaptaran a Mallorca. A algunas de ellas les suministraban langostinos como alimentos para la cría "a nivel industrial" de especies acuáticas y terrestres. Por el contrario, la tienda de mascotas de Barcelona tenía a algunos animales en pésimas condiciones.