La Policía Local de Calvià acudió el pasado lunes por la mañana a un hotel de Magaluf, donde un turista escocés de 22 años había causado destrozos en su habitación y se había liado a mamporros con sus acompañantes. Cuando los policías llegan al establecimiento se encuentran en recepción a los dos compañeros con señales de haber recibido una paliza en toda regla, con brechas en la frente y el pómulo. Los agentes van a la habitación, donde encuentran destrozados el marco de la puerta, una lámpara y el mueble bar. Y en su interior, el susodicho, durmiendo como un bendito. Así que le despiertan y le informan de que tienen que detenerle. El joven inicialmente no opone resistencia, pero de repente se transforma en una especie de increíble Hulk y empieza a lanzar patadas y puñetazos contra los agentes. En el interior del coche policial da unos cabezazos tan fuertes que abolla y desencaja la puerta del vehículo. Está tan violento que los policías solicitan la intervención de una ambulancia del 061 para sedarle, pero el joven intenta agredir al médico. Finalmente es trasladado a Son Espases, donde recibe atención por las numerosos golpes que se ha autoinfligido. En el análisis de sangre arroja una elevada tasa de alcohol. Posteriormente, ya más tranquilo, el joven trató de explicar su comportamiento diciendo que no estaba acostumbrado a beber.

Un caso similar se repitió el jueves. Un turista, en este caso un joven irlandés, destrozó su habitación de hotel, propinó una paliza a su novia y se lió a golpes también con los guardias civiles que trataron de detenerle. Acabó sedado en Son Espases, durmiendo como un bebé, aunque los guardias mantenían su habitación vigilada, que no se fiaban por si tenía otro mal despertar.