La Audiencia de Palma condenó ayer a un bailarín de la discoteca BCM de Magaluf, en Audiencia de PalmaMagalufCalviàpor intentar agredir sexualmente a una joven en una sala interior del establecimiento a mediados de octubre de 2016. El sospechoso trató de mantener sexo oral con la víctima en el local, pero esta logró apartarlo y zafarse de él.

El procesado, de 25 años, reconoció los hechos ante el tribunal de la sección primera. El joven se declaró autor de un delito de agresión sexual en grado de tentativa. Aceptó una pena de dos años de cárcel, cinco años de libertad vigilada, la prohibición de aproximarse y comunicarse con la víctima durante cinco años y el pago de una indemnización de 3.000 euros por los daños y perjuicios morales que sufrió la perjudicada a consecuencia de los hechos.

Además, el acusado deberá someterse a un curso en materia de educación sexual. Inicialmente, se enfrentaba a una petición de condena de la fiscalía de nueve años de prisión por una agresión sexual consumada, pero ayer el ministerio público rebajó su solicitud a dos años al modificar los hechos y considerar que fue un intento de agresión sexual.

Tras admitir los cargos, la sección primera dictó sentencia 'in voce' contra el bailarín de BCM. El fallo es firme. El procesado no ingresará en la cárcel porque la sala le ha suspendido la pena por un periodo de tres años con la condición de que realice un curso de educación sexual y que pague la indemnización en un plazo máximo de diez días. El tribunal ha tenido en cuenta para acceder a la suspensión de la condena que el acusado carece de antecedentes, se ha comprometido a abonar la responsabilidad civil y el fallo no supera los dos años de prisión.

Los hechos ocurrieron el pasado 16 de octubre de 2016, sobre la una y media de la mañana, en la conocida discoteca BCM de Magaluf donde el sospechoso trabajaba como bailarín. Allí, conoció a una joven a la que ofreció regalarle alguna camiseta y gorras del establecimiento. Le pidió que le acompañara a una sala interior del local que se hallaba vacía y esta accedió a entrar con una amiga, que entonces tenía 20 años, y con un compañero de trabajo del procesado.

Los cuatro empezaron a charlar unos minutos sentados en la sala y el bailarín comenzó a masajear con un aceite corporal las manos y las piernas de la amiga de la joven a la que acababa de conocer. Acto seguido, se sentó encima de ella, la rodeó con sus piernas y empezó a besarla en el cuello. Los otros dos testigos se marcharon del lugar y dejaron a solas a ambos. El joven bailarín trató de besar en la boca a la víctima. Ella se opuso y le dijo que parara, si bien no podía levantarse al encontrarse inmovilizada debajo de él. Luego, el sospechoso intentó que la joven le tocara sus genitales y ella se negó. Por último, el procesado se levantó y trató de mantener sexo oral con la perjudicada sin llegar a conseguir su propósito, ya que la joven se resistió y logró apartarlo tras agarrarle con fuerza de las caderas. Así, la víctima pudo zafarse de él.